No importa cómo se llame, la Riba es explotación (parte 3 de 3)

Se dice que la causa de la “crisis del crédito” de 2008 es la carrera demencial de los bancos por obtener los mayores beneficios. La predicción hecha por el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, de que los sistemas basados en intereses serían devastados, parece convertirse en realidad. Se reporta que el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, dijo que la “intensidad de la ruina reservada para aquellos que incrementan sus riquezas utilizando el interés estará acorde con cuánto [interés] hayan recibido” [Ibn Mayah].

Cualquier persona sensata que entienda el fiasco del dinero fiduciario y la estafa de la creación de crédito en la que estamos para convertir activos reales a los banqueros que simplemente presionan botones y hacen dinero de la nada, inmediatamente comenzará a buscar un sistema libre de intereses. Y eso, naturalmente, lo llevará hacia el sistema bancario islámico.

En la década de 1940 iniciaron las discusiones sobre un sistema bancario alternativo. En las últimas cuatro décadas, el sistema bancario islámico se ha erigido como el sustituto “sorpresivo”, competitivo y viable para la banca convencional.

En la península de la India se han hecho algunos esfuerzos en esta dirección. Pero el primer experimento moderno con banca islámica fue llevado a cabo en Egipto bajo cubierta para no proyectar una imagen islámica. El esfuerzo pionero, liderado por Ahmad Elnaggar, tomó la forma de un banco de ahorros basado en el reparto de utilidades en la ciudad egipcia de Mit Ghamr en 1963. El establecimiento del Banco Islámico de Malasia Berhad (BIMB) en julio de 1983 marcó un hito para el desarrollo del sistema financiero islámico en aquel país. El BIMB realiza operaciones bancarias similares a otros bancos comerciales, pero procura mantenerlos en consonancia con los principios de la Shari’ah.

El Banco Islámico de Dubai, formado en 1973, es la casa bancaria más famosa de esta categoría. Por el año 1986, 27 de estos bancos no convencionales comenzaron a funcionar en varios países musulmanes. A su debido tiempo, los bancos convencionales abrieron sus ventanas para asociarse con los bancos islámicos para conveniencia de los titulares de las cuentas en ambos sectores. Para el año 2000, alrededor de 200 de esos bancos no convencionales entraron en existencia. Ellos desembolsaron capitales por 8 mil millones y el total de sus depósitos ha cruzado la marca significativa de los 100 mil millones.

La eliminación de la Riba, los intereses, en todas sus formas, es una característica importante del sistema financiero islámico. Sin embargo, la banca islámica es mucho más. En el corazón del Islam hay un sentido de cooperación, de ayudar al otro de acuerdo a los principios de bondad y piedad. Las finanzas islámicas deben ser vistas como una forma ética de invertir o prestar, teniendo en cuenta que no pueden tomarse préstamos a menos que estén libres de intereses.

El sistema financiero islámico promueve el concepto de participación en una operación respaldada por activos reales, utilizando los fondos de riesgo sobre una base de ganancias y pérdidas compartidas. Esto de ningún modo implica que las inversiones con instituciones financieras sean necesariamente especulativas. Esto puede ser minimizado con una política de inversión cuidadosa, diversificación del riesgo y una gestión prudente. El concepto de participación en las ganancias y pérdidas en una empresa, como base de las transacciones financieras, es progresivo, ya que distingue el buen desempeño del malo y del mediocre.

Los bancos islámicos han soportado la tormenta de la reciente “crisis del crédito” muy bien. Lo que es importante de esta empresa de inversión y préstamo, es que los principios islámicos de ética en la adquisición de la riqueza, el desembolso y el otorgamiento son los que han protegido a los bancos islámicos. Solo Al-lah es el Proveedor y solo Al-lah es el Protector.

Una idea

En un mundo sumergido en el sistema letal de intereses, el surgimiento del sistema de banca islámico ofrece un asidero de esperanza. La honestidad y el temor de Al-lah nos obligan a que admitamos que muchas de estas instituciones, por varias razones, no funcionan en completo cumplimiento de los principios islámicos de riqueza bendita y virtuosa. Ellas tienen sus limitaciones, y el salvajismo absoluto de la liga en la que operan no es la menor de ellas.

Ellas son forzadas a seguir las mismas políticas monetarias desarrolladas durante los últimos siglos. Pero han sido capaces de hacer algunos esfuerzos para lograr al menos unos cuantos cambios en el sistema económico del mundo actual, y mostrarle al mundo que hay una alternativa viable que puede ser seguida.

El primer esfuerzo importante de estos bancos islámicos por acelerar este cambio es adoptar una moneda basada en su valor equivalente en oro, plata, platino, cobre o mercancías preciosas similares. Si el dinero electrónico que inevitablemente va a ser utilizado ampliamente en el mundo en el futuro cercano, recibe la garantía de un valor de mercancías, sería un gran comienzo.

En ese escenario, los países pobres y en desarrollo serían los primeros beneficiarios del sistema de banca islámica, y ellos de seguro reconocerán esto. Es momento de que el mundo se dé cuenta de que el sistema económico actual está basado en mitos y fraudes. Dejen a las naciones que Al-lah ha bendecido con riqueza primaria real, luego reconsideren sus políticas financieras e inviertan en mercancías basadas en valor para ser capaces de llevar al mundo por el camino financiero correcto. Después, serán capaces de rescatar a los países en desarrollo de la trampa de la deuda de intereses en la que han caído.

El mundo está ansiando el cambio, y la clave de tal cambio ha sido puesta en manos de los musulmanes. La crisis actual representa una oportunidad para los musulmanes de presentar el sistema económico islámico como alternativa. ¿Están listos los musulmanes para transformarse a sí mismos y al mundo utilizando el conocimiento que Dios, el Todopoderoso, les ha confiado? Debemos preguntarnos si los musulmanes son lo suficientemente valientes para hacerle al mundo –como lo hizo el Profeta José al rey egipcio que enfrentaba una crisis económica catastrófica– una declaración para cuya realización José debió parecer el menos indicado, un simple esclavo que venía de las profundidades de la prisión: {Nombradme administrador de los almacenes [de semillas] del país, que yo en verdad soy un guardián conocedor} [Corán 12:55]. El mundo, entonces, estuvo a sus órdenes.