Cualquier moneda que se vinculara nuevamente con el oro o con cualquier otro recurso precioso, rompería instantáneamente las cadenas económicas que vinculan a otras monedas con el dólar. Este es el temor que acompaña al surgimiento de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) en China, pues se dice que está buscando disminuir el papel del dólar como moneda de comercio internacional; o el pánico reciente que llevó al oro a niveles récord cuando se dijo que el petróleo ya no se vendería solo con base en el dólar estadounidense.
Por esta razón, agencias como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ofrecen préstamos a los países sin recibir seguridad alguna de ellos. Estas agencias y las naciones que avalan sus préstamos, saben muy bien que las posibilidades de la cancelación total de esos préstamos son muy remotas. Pero mientras la supremacía del dólar y del sistema económico basado en intereses prevalezca, otros países no tienen más remedio que hacer uso de esos préstamos.
Las deudas de los países en desarrollo están aumentando a un ritmo exponencial, duplicándose cada década. De acuerdo con las estadísticas publicadas por el FMI, la deuda externa total de los países en desarrollo en el año de 1980 era del orden de 52.540 millones de dólares. Esto aumentó 1,26 billones en 1990; y 21,41 billones en el año 2000. El monto del interés y del capital rembolsable se incrementó a 73.400 millones en 1980; 140.600 millones en 1990; y a 337.800 millones en el año 2009.
La Organización de Naciones Unidas lamenta que esa cantidad habría sido suficiente para salvar a 21 millones de niños de África de morir de hambre, y para brindar educación primaria a 90 millones de niñas. Se estima que 700 millones de dólares fluyen a diario de los países en desarrollo hacia los países desarrollados.
La forma desenfrenada en que se imprime moneda y la economía basada en intereses ha llevado al dólar a dominar los mercados financieros mundiales. La crisis económica que enfrenta Estados Unidos en este momento no es más que la consecuencia natural de las políticas de sus propios formuladores de políticas. Debe haber sido su excesiva confianza en que la supremacía del dólar continuaría para siempre y que la burbuja del auge del mercado de valores se mantendría en crecimiento, lo que les permitió crear notas derivadas (una forma exótica de esquema piramidal que pocos entienden y que los bancos juegan entre ellos) por valor de 100.000 billones de dólares para ser transados en los Estados Unidos en un momento en el que el PIB del mundo entero era de solo 78.500 billones.
La crisis financiera actual ha erosionado seriamente la confianza en el mundo occidental y ha puesto en evidencia al “mercado libre”. Actualmente, cuando buscamos alternativas, el mundo occidental solo ve los restos del socialismo o alguna intervención estatal en la economía como sistemas factibles y viables. Si las naciones de la OPEP y los países desarrollados unen sus manos y trabajan de forma coherente, pondrían fin a la situación de supremacía de una moneda en particular y rescatarían a las naciones que están sufriendo bajo el yugo de la deuda externa.
Mira lo que dice el Corán respecto a la importancia de la riqueza y como debe ser cuidadosamente manejada: {No confiéis a los incapaces los bienes cuya administración Al-lah os ha confiado. Alimentadlos y vestidlos con ellos; y habladles con cariño} [Corán 4:5]. También: {Lo que Al-lah concedió a Su Mensajero de la gente de las aldeas [como botín, sin necesidad de combatir], pertenece a Al-lah, al Mensajero, a sus parientes, a los huérfanos, a los pobres y al viajero insolvente. Esto para que el botín no sea un privilegio de los ricos. Los preceptos que os ha transmitido el Mensajero respetadlos, y absteneos de cuanto os haya prohibido. Y temed a Al-lah, pues Al-lah es severo en el castigo} [Corán 59:7].
El Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, advirtió severamente a sus seguidores contra la explotación de cualquier tipo en las actividades comerciales, y para que mantuvieran la transparencia en todas las transacciones, dijo: “Oro por oro, plata por plata, trigo por trigo, cebada por cebada, dátiles por dátiles, y sal por sal; similar por similar, igual por igual y mano a mano; si las mercancías difieren, entonces pueden venderlas como deseen, siempre y cuando el intercambio sea mano a mano” [Muslim]. Esta sola orden del Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, está impregnada de protecciones que hubieran evitado el tipo de mercados derivados “detrás de escena” (instrumentos meramente inventados que no existen y que “derivan” su valor del crédito y de otros activos sin un vínculo orgánico con ellos).
Es deber de los eruditos conocer más profundamente sobre la legitimidad de las transacciones hechas utilizando el dinero fiduciario, que no tiene otro valor intrínseco más que el valor de su papel. A la luz de los preceptos islámicos, todo tipo de transacción debe estar libre de explotación y debe ser transparente, podemos examinar cuánto de las promesas del Estado que imprime la moneda puede ser creído. ¿Es posible hacer transacciones 100% legítimas con monedas que no tienen valor intrínseco? Los sistemas que llevan a cabo transacciones libres de intereses, ¿no se ven afectados cuando tienen que lidiar con monedas que permanentemente están perdiendo su valor debido a las tendencias inflacionarias? ¿No es razonable esperar que los hombres que tienen dinero sirvan a la humanidad que padece las pérdidas sufridas a causa de la disminución del valor de su dinero? Estos hechos señalan que el concepto de dinero fiduciario va en contra de los principios de transacciones financieras en el Islam.
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