Continuamos nuestras reflexiones acerca de la justicia, la igualdad y el feminismo.
- De todas las voces modernas que llaman a la igualdad, pocas son tan musculosas o más estridentes que las del feminismo. A pesar de que existe una mezcla de muchas opiniones y enfoques dentro del movimiento feminista actual, todas se unen en torno a algunos principios y supuestos básicos. Todas las formas de feminismo están de acuerdo en que la mujer debe ser liberada de la tiranía del patriarcado organizado que aún da forma al mundo de hoy, haciendo que hombres y mujeres vivan realidades muy distintas. Ellas ven al patriarcado como totalmente injusto e indefensible, siendo nada más que una construcción social y no un hecho ineludible de la naturaleza. Las feministas de todas las líneas, por lo tanto, están comprometidas a desmantelar el patriarcado para construir una sociedad con igualdad de género.
Más allá de estas creencias compartidas, hay voces feministas muy dispares sobre cómo surgió el patriarcado y cómo debe ser abordado y derribado. Las feministas seculares rechazan a Dios, la Revelación y la religión en la narrativa del feminismo. Ellas ven la religión y las escrituras religiosas como fuentes primarias de ideas chovinistas, reliquias funestas de un pasado opresivo que no tienen relevancia para el debate sobre la igualdad de género en la sociedad moderna. Aquellas que, en tiempos más recientes, han aparecido bajo la autodenominación de feministas islámicas, son personas que creen en la verdad que afirma el Islam, creen que el Corán, cuando es entendido de manera correcta, apoya los reclamos del feminismo sobre la igualdad de género y la abolición del patriarcado. Ellas están convencidas de que los ulemas, comenzando desde la época de los compañeros del Profeta (sahaba), a lo largo de todas las épocas del Islam, se han desviado de una comprensión correcta de la voluntad de Dios para las mujeres, tal y como está expuesta en el Corán. La estrategia que utilizan estas feministas para apuntalar sus afirmaciones es la reinterpretación del Corán, a fin de alinearlo con su agudeza privilegiada y discutiblemente arrogante con respecto a las funciones y la igualdad de los géneros.
- Que la violencia, el abuso y la intolerancia hacia las mujeres ocurren en todas las sociedades a nivel global, incluyendo a las musulmanas, es algo trágico, así como vergonzoso y abismal. Las feministas de todas las estirpes han estado al frente de poner las desigualdades de género (tanto las reales como las percibidas) en primer plano, y también han sido claves en engrasar las ruedas del cambio social. Las feministas islámicas, por su parte, se han propuesto recuperar lo que sienten que es el mensaje igualitario original del Islam, uno libre del patriarcado y su jerarquía. Sus valientes esfuerzos sin duda deben ser bienvenidos cuando enfocan sus energías en afirmar los derechos inapelables que les han sido dados a las mujeres dentro de las normas establecidas del Islam, pero que pueden quedar oscurecidos debido a la ignorancia de la gente, los egos de los hombres o las normas culturales. Una vez más, sus esfuerzos deben ser agradecidos cuando recalcan que el matrimonio en el Islam (nikah) es un contrato entre dos partes que consienten de manera libre e informada, y que ambas partes tienen derecho a estipular ciertas condiciones (ya sea sobre la poligamia, la custodia de los hijos en caso de divorcio, el alejarse del país o la ciudad de los padres, o cualquier otra condición legal que pueda asegurar su bienestar) que, de mutuo acuerdo, se vuelven vinculantes para ambas partes[1]. El Profeta dijo: “Las condiciones que más merecen ser cumplidas son aquellas que por haberte comprometido a cumplirlas se te hace legitimo tener relaciones con una persona (la esposa)”[2].
De hecho, solo los débiles o los miserables serán incapaces de apreciar los recordatorios respetuosos acerca de los hombres que tienen el compromiso coránico de tratar a sus esposas de forma cálida y amable: {Den a las mujeres la dote con buena predisposición} [Corán 4:4]; {Traten amablemente a las mujeres en la convivencia} [Corán 4:19]; {Denle a la mujer durante ese periodo el mismo nivel de vida que ustedes tienen conforme a sus posibilidades. No la perjudiquen con ánimo de molestarla} [Corán 65:6]; y también: {Reconcíliense en buenos términos o sepárense con decoro} [Corán 2:231].
De hecho, después de la obediencia a Al‑lah y Su profeta, nuestro Profeta consideró el trato a la esposa como la verdadera medida de la virilidad, el estatus y la excelencia de un hombre. Dijo: “Los mejores entre ustedes son aquellos que mejor tratan a sus esposas”[3].
Y, por supuesto, debemos aceptar la realidad de la Sharía, ya sea señalada por feministas islámicas o por otros, de que una mujer no tiene obligación de permanecer en un matrimonio violento o abusivo, independientemente de las presiones culturales arraigadas que puedan insistir en lo contrario. Si sus motivos realmente son para buscar la complacencia y la aceptación de Al‑lah, el trabajo de las feministas islámicas para ayudar a las mujeres a adquirir sus derechos existentes en el Islam puede ser visto como obras de valor, servicio y yihad en el camino de Al‑lah.
- Reafirmando lo anterior, aún es necesario responder algunas preguntas. Por ejemplo, ¿qué tan islámico es el feminismo islámico? ¿Y qué tan válidas son las reinterpretaciones islámicas del Corán? ¿El Corán realmente respalda las dos creencias fundamentales del feminismo: eliminar el patriarcado y destronar la jerarquía para crear un orden social igualitario, de modo que las mujeres se pongan en pie de igualdad con los hombres a nivel social, político y económico?
Aquí solo quiero llamar la atención sobre algunas incongruencias entre la lealtad a los principios feministas y ciertos pasajes del Sagrado Corán[4].
Por ejemplo, cómo puede uno reclamar que toda forma de patriarcado es errónea, dado que el Corán es bastante específico cuando dice en el contexto del matrimonio y la vida familiar que: {Los hombres son responsables del cuidado de las mujeres} [4:34]; y que: {Los hombres tienen un grado superior [de responsabilidad] al de ellas} [2:228].
Por supuesto, estas aleyas no dicen en ningún momento que todo hombre sea intelectual, moral y espiritualmente superior a toda mujer. Pero establecen el patriarcado, al menos en el contexto marital y familiar. Nuestro Profeta dijo: “De hecho, cada uno de ustedes es un pastor, y cada uno es responsable de su rebaño. El gobernante es el pastor de sus súbditos, y es responsable de ellos. Un hombre es pastor de su familia, y es responsable por ella. Una mujer es pastora del hogar de su esposo y de los hijos, y es responsable por ellos”[5].
Con certeza, este hadiz no habla solamente del patriarcado, sino también de un sentido de jerarquía. La jerarquía hace más de una aparición en el mandamiento coránico: {¡Oh, creyentes! Obedezcan a Dios, obedezcan al Mensajero y a aquellos de ustedes que tengan autoridad y conocimiento} [Corán 4:59].
Vemos de nuevo la jerarquía en la aleya que nos dice quién tiene y quién no tiene derecho a hablar sobre aspectos del bien público en general: {Cuando escuchan un rumor que pudiera atentar contra la seguridad y sembrar el temor, lo divulgan inmediatamente. Pero lo que debían hacer era remitirlo al Mensajero y a quienes tienen autoridad y conocimiento, que son quienes pueden investigar la información y comprender su magnitud, y sabrían qué hacer} [Corán 4:83].
En algún momento (ya sea en la autoridad presente en el Estado, la obediencia de la esposa a su esposo y ella cediendo a algún nivel de patriarcado, o los derechos no igualitarios, desiguales, de los padres de recibir trato amable y obediente de sus hijos) las feministas se encontrarán con un punto muerto epistémico. Entonces, ¿honran los claros mandamientos del Corán, o se mantienen fieles a los principios claves del feminismo y le dicen “no” al Texto Sagrado? ¿Acaso aceptan algún grado de patriarcado y jerarquía coránicos, o ponen la búsqueda feminista de abolir esos dos “males” por encima de la Revelación? El profesor Jonathan A. C. Brown anota hábilmente: “El paso de asumir que la escritura contiene la verdad pero necesita ser entendida apropiadamente, a decirle “no” a la escritura porque dice algo inaceptable o imposible, es un golpe que destruye el recipiente de la reverencia escritural. Ello significa que alguna fuente de verdad, fuera de la Escritura, ha sido abiertamente reconocida como más poderosa y convincente que las Palabras de Dios”[6].
Entonces, ¿qué tan “islámico” es el feminismo islámico? Cualquier credo, filosofía, ideología, sistema de valores o ismo (incluyendo el feminismo islámico) al que se dé la autoridad final para decidir lo que es y lo que no es bueno, relegando a un lugar secundario la Revelación del Islam, pierde cualquier pretensión de ser considerado “islámico”. La lealtad a las doctrinas centrales del feminismo y la lealtad a las verdades reveladas del Islam están en desacuerdo entre sí. La lealtad a una indudablemente necesitará deslealtad e incredulidad hacia la otra. Eso está muy claro.
- “Sin duda, una tradición escritural todavía tiene sus usos, incluso para aquellos que han pasado a creer que la verdad proviene de fuentes seculares. Se puede tomar y citar para persuadir a un público o para reforzar ideas arraigadas en otros lugares. Pero tarde o temprano, se enfrentará a las verdades seculares y se convertirá en una carga. En tales casos, la tradición escritural puede ser releída y escogida selectivamente para reconciliarla con las fuentes de verdad reconocidas. Pero para ello debe ser reconfigurada sustancialmente, como ha hecho el movimiento ‘solo Corán’ con las escrituras islámicas, o bien se le debe decir ‘no’ a la escritura en algún momento”[7].
El feminismo islámico −y debemos utilizar el adjetivo “islámico” con mucha reserva−, al igual que otras variantes del feminismo, está más coloreado por filosofías seculares e inundado por epistemologías modernas, que enraizado en la Revelación islámica. La idea de que uno simplemente puede releer el Corán, retorciendo los textos para adaptarlos a ciertos dogmas seculares de nuestra época, está más cerca de la afirmación de Nietzsche de que no hay verdades (hechos) sino interpretaciones, pero el propio Corán nos dice al respecto: {Él es Quien te ha revelado el Libro [¡oh, Muhammad!]. En él hay versículos categóricos de significado evidente, que son la base del Libro, y otros que aceptan interpretaciones} [3:7].
De nuevo, el discurso feminista acerca de las dinámicas de la dominación en relación al género está más en la línea de la noción de Foucault de un nexo de poder que construye y sostiene el control social sobre los cuerpos y mentes de las mujeres, que de la visión del Corán que espera que ambos sexos se levanten por sobre sus pequeños egos, se sometan a las demandas divinas con sinceridad y de todo corazón, honren y celebren las virtudes, derechos, méritos relativos e inclinaciones intrínsecas el uno del otro. Habiendo explicado las afirmaciones y argumentos profeministas, Scruton envolvió su entrada al “feminismo” con esta nota: “Los argumentos antifeministas suelen basarse en el pensamiento de que no es casualidad que las relaciones entre hombres y mujeres sean como son, y que hay un orden “natural” en el que ambos sexos se complementan por mutua dependencia. Pueden añadir que la aparición de la dominación masculina es solo una apariencia, y que quizás es parte de la naturaleza burguesa del feminismo confundir tan fácilmente la apariencia con la esencia”[8].
Ahora bien, ¡esta es una blasfemia secular que merece ser analizada!
- El Corán dice: {Conságrate al monoteísmo, que es la inclinación natural con la que Dios creó a la gente} [30:30].
La insistencia del Islam en la fitra, esta naturaleza innata, primordial, que define y esculpe nuestra auténtica pertenencia al orden natural, está en la raíz de gran parte de la ética islámica de género. Hablar de igualdad de género es tomar las cosas de forma demasiado simplista. El lenguaje del Islam no es acerca de igualdad sino de complementariedad, hombres y mujeres no son iguales ni desiguales, sino que se complementan unos a otros. Así que, por un lado, tenemos al Corán celebrando las diferencias de género: {No es lo mismo una mujer que un varón} [Corán 3:36]; y por el otro, tenemos al Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, hablando de similitudes éticas: “De hecho, las mujeres son las mitades gemelas de los hombres”[9].
Los llamados externos a la igualdad, por lo tanto, son menos útiles que los llamados propios a la justicia, el respeto y la oportunidad. La igualdad, donde esta cuenta en términos de justicia, es igualdad al convertirnos en recipientes de la salvación, el perdón, la misericordia y la gracia de Al‑lah, Glorificado sea. Esto, por encima de todo, es lo que finalmente cuenta y lo que el Islam realmente ofrece tanto a hombres como a mujeres: igualdad de oportunidad y de acción en términos de salvación: {Su Señor les respondió sus súplicas diciendo: “No dejaré de recompensar ninguna de sus obras, sean hombres o mujeres, descienden el uno del otro} [Corán 3:195].
- El trato cruel e injusto hacia las mujeres continúa siendo un problema en todo el mundo, incluyendo las sociedades y comunidades musulmanas. A pesar de que el Corán insiste en lo contrario, los egos de los seres humanos con frecuencia hacen oídos sordos a los mandamientos divinos a este respecto. Si los hombres musulmanes queremos que nos vaya bien en la Corte Divina, haremos bien en limpiarnos del hedor del chovinismo y del machismo y en aprender la virtud de la caballerosidad (futuwa). Si los musulmanes queremos atraer los favores de Al‑lah sobre nuestras sociedades y salir del estado lamentable en que se encuentra actualmente el “mundo musulmán”, debemos poner el trabajo por la justicia social en el corazón de nuestras preocupaciones: {Sean justos y equitativos, porque eso es lo más cercano a la piedad. Y tengan temor de Dios, porque Dios está bien informado de lo que hacen} [Corán 5:8].
Pero no se trata solo de un tratamiento más justo para con las mujeres. Se trata de justicia e imparcialidad para con todos los miembros vulnerables y sin voz de la sociedad. De hecho, los eruditos como el Imam Ibn Taimia sostienen que es la ausencia de justicia la principal razón por la que la ayuda y el apoyo de Al‑lah son retirados de un gobierno musulmán, lo que lo hace caer en la tiranía, la debilidad, el estancamiento o la ruina. Ibn Taimia lo expresa así: “Los asuntos de la gente en este mundo se mantienen en orden con justicia, más que con la violación de los derechos de las personas, incluso cuando no hay ningún pecado involucrado. Esto es así porque se ha dicho que Al‑lah sostiene un Estado justo incluso si es incrédulo, pero no sostiene uno injusto aunque sea musulmán. También se dice que el mundo puede soportar la justicia con incredulidad, pero no puede soportar la injusticia con Islam[10].
- Nuestra reflexión final continúa a partir de la anterior. Ibn Taimia resalta el tema de la justicia y la estabilidad social cuando escribe: “La razón de todo esto es que la justicia es el orden universal de las cosas. De modo que, cuando la administración mundana se establece sobre la justicia, funciona, aún si la persona a cargo no tiene participación en el Más Allá. Pero si no está basada sobre la justicia, no funciona, aún si quien está a cargo será recompensado en el Más Allá”[11].
Evidentemente, la corrupción y las injusticias perpetradas por un gobierno o una élite gobernante, sin duda tendrán su impacto negativo sobre el orden social. Pero cuando la injusticia se hace endémica, cuando no solo el régimen sino los servidores públicos o el público en general juegan y pierden con la Sharía y con asuntos de justicia, las cosas realmente se derrumban.
Cuando la corrupción se normaliza en una sociedad, cuando el soborno se arraiga firmemente entre los servidores públicos, cuando los padres internalizan mecanismos de control opresivo en la forma en que crían a sus hijos, cuando el patriarcado de los esposos cruza la línea de ser benigno y compasivo para ser injusto y tirano, y cuando a los muchachos se les enseña a cosificar a las mujeres o a ser chovinistas en lugar de respetarlas y aprender a ser los caballeros que demanda la Sunna, entonces importa muy poco cuán corrupto o no sea el gobierno actual. Pues por ellos, las víctimas de la corrupción aprenden a vivir con ella, los perpetradores continúan por costumbre o simplemente porque pueden, y todos racionalizan su culpa culpando al sistema, diciendo: “¡Es que todo el mundo lo hace!”. Si a esto le agregamos las injusticias de los crímenes de ser negligentes con la salat (oración) o el zakat (azaque), de mentir, engañar y calumniar, y con la mala conducta sexual y el comportamiento inmoral, entonces culpar solo al régimen por los fracasos y miserias del país es nada menos que un delirio y una gran mentira. Considera prudentes y desapasionadas las siguientes palabras de Ibn Abi Al Iz cuando habla sobre gobernantes tiranos que son musulmanes: “En cuando a mantener obediencia a ellos [los que tienen la autoridad], incluso si son tiranos, eso se debe a que los daños que resultarían de rebelarse contra ellos serían muchas veces peores que los resultados de su tiranía. En cambio, soportar pacientemente sus injusticias es una expiación por nuestros pecados y aumenta nuestras recompensas [de Al‑lah]. Pues Al‑lah solo nos dio esos malos gobernantes debido a nuestros actos corruptos, y las recompensas son proporcionales a las obras. Así que somos nosotros quienes debemos esforzarnos diligentemente por buscar perdón, arrepentimiento y rectificar nuestros actos. Al‑lah, el Altísimo, dijo: {Si los aflige una desgracia, es consecuencia de [los pecados] que sus propias manos han cometido, a pesar de que Dios les perdona muchas faltas [por Su gracia]} [Corán 42:30]. Y dijo: {Ahora que les sobrevino una desgracia, y a pesar de haber causado a sus enemigos el doble, se preguntan a sí mismos: “¿Por qué fuimos vencidos?” Diles: “Por su comportamiento”} [Corán 3:165]. Y: {Todo bien que te alcance proviene de Dios, mientras que todo mal que te aflija es consecuencia de tus propias obras} [Corán 4:79]. También: {Y así es como hago que los injustos sean unos aliados de otros} [Corán 6:129]. De modo que, si los gobernados desean librarse de las injusticias de un gobernante injusto, ellos también deben abstenerse de la injusticia y los malos actos”[12].
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[1] Cf. Ibn Qudamah, Al Mughni (Arabia Saudita: Dar ‘Alam al-Kutub, 1997), 9:483-89.
[2] Al Bujari, no. 2721; Múslim, no. 1418.
[3] At-Tirmidhi, no. 3895, donde afirmó: “Este hadiz es hasan”.
[4] El Shaij Abdullah Bin Hamid Ali ha recorrido brevemente los métodos de reinterpretación del feminismo islámico en su artículo Feminism & Recalibrating Faith According to an Islamic Epistemic. He tomado algunas sugerencias de dicho artículo en la reflexión que continúa. Una exploración más locuaz y metafísica del tema se da en Islam, Irigaray, and the Retrieval of Gender.
[5] Al Bujari, no. 6719; Múslim, no. 1829.
[6] Brown, Misquoting Muhammad (Londres: Oneworld Publications, 2014), 288.
[7] Ibid. 289.
[8] R. Scruton, Dictionary of Political Thought (Hampshire: Palgrave Macmillan, 2007), 248.
[9] At-Tirmidhi, no. 113. Al Albani lo clasificó como sahih en Sahih Al Yami’ As-Saghir (Beirut: al-Maktab al-Islami, 1986), no. 1983.
[10] Maymu’ Fatawa (Riyadh: Dar ‘Alam Al Kutub, 1991), 28:146.
[11] Ibíd., 28:146.
[12] Sharh Al ‘Aqidah At-Tahawiyyah (Beirut: Al Maktab Al Islami, 1984), 381.
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