Una de las preguntas que más recibo en mis clases para musulmanes recién conversos es: “¿Cuándo es Ramadán?”. Les explico que cada año la fecha cambia y que, además, no estamos 100% seguros del día exacto en que iniciará. Como conversos, eso puede ser de lo más confuso, por eso me he animado a escribir este artículo respondiendo la pregunta: “¿Por qué Ramadán cambia de fecha?”.
En primer lugar, debemos entender el calendario islámico. El calendario islámico es lunar, mientras que el que usamos regularmente en Occidente es solar, más específicamente es el calendario gregoriano[1]. Este calendario fue auspiciado por el papa Gregorio XIII e instaurado en los países católicos de Europa, y posteriormente en el mundo, y es el almanaque civil más importante actualmente.
Este calendario fue calculado matemáticamente en lo que se denominan las tablas alfonsíes, que determinaron los 365 días al año, los 7 días para una semana y los correspondientes días para cada mes, con la corrección de margen de error del año bisiesto cada 4 años. Cuando se hizo, el Papa romano lo encargó por la necesidad de que las fiestas litúrgicas católicas tuvieran una fecha específica, por lo que se determinó que este calendario sea estático.
Por otro lado, el calendario islámico[2] se compone de semanas de 7 días y 12 meses al año, la diferencia radica en que los meses tienen entre 29 y 30 días. ¿Por qué la diferencia? Porque el calendario islámico es orgánico, esto quiere decir que va en consonancia con la naturaleza y, por tanto, no es estático.
Cada día islámico empieza en el Mágrib, es decir, en el atardecer, y cada mes empieza cuando se ve la primera línea de la Luna creciente. Esta fase de la Luna no es precisa, así que mes a mes debemos salir a ver la Luna, y cuando se ve el primer rayo de la Luna nueva, voilá, mes nuevo.
Esta forma orgánica de medir el tiempo del calendario islámico es hermosa, pues hace que nuestro año esté en consonancia con el devenir de la naturaleza, el hecho de ver la Luna nos hace estar pendientes de los cambios naturales que se presentan, es una forma de obligarnos a reconectarnos con la realidad que nos rodea.
Mientras el calendario gregoriano es estático, el islámico se mueve, por ello es que el uno se encuentra en disonancia con el otro y las fechas islámicas no coinciden siempre con el mismo día gregoriano, esa es la razón por la que no se puede decir, por ejemplo: “Ramadán siempre empieza el 5 de junio”, ni: “El Eid Al Adha será el 25 de agosto”, sino que año tras año debemos estar pendientes de cuál es la fecha para este año que nos corresponde.
Por eso es que cada año, para la época de Ramadán, el mundo musulmán vuelve su rostro al cielo pendiente de cuándo aparecerá la Luna, y ha sucedido, más de una vez, que en un hemisferio se ve la Luna nueva mientras que en otro no; así que, mientras los musulmanes de una parte del mundo están ayunando, los del otro aún esperan otra noche más para ver la aparición de la Luna y de esta manera iniciar Ramadán.
Estos cambios de calendario pueden ser caóticos para los nuevos musulmanes, ya que estamos acostumbrados a la comodidad de un calendario que dictamina nuestro ritmo de vida. Estar al tanto de cuándo empieza cada mes puede ser muy estresante, y para las personas que tienen trabajos de oficina con horarios rígidos, puede parecer una locura que el Eid de Ramadán sea un miércoles o un martes, pero es parte del regalo del Islam el ayudarnos a reconectar con un ritmo natural, a estar conscientes de los tiempos a nuestro alrededor.
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[1] Para más información: https://es.wikipedia.org/wiki/Calendario_gregoriano
[2] También es llamado calendario hegiriano o Hiyri, porque comienza con la Hégira, la migración del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) hacia Medina huyendo de La Meca.
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