A punto de iniciar mi Ramadán número 15, siento un cúmulo de emociones. Espero con ansias el ayuno de Ramadán y todas las cosas asombrosas que conlleva: crecimiento espiritual, fortalecimiento de los lazos en la comunidad, acercarse más a Al-lah y mucho más.
Sin embargo, no siempre fue así. Me convertí durante el mes de Ramadán y me lancé directamente a ayunar antes incluso de saber cómo rezar correctamente. Quiero ser honesta aquí: aquellos primeros ayunos fueron duros, muy duros. Viniendo de un ambiente católico y norteamericano, nunca había experimentado un ayuno de verdad. Todo lo que sabía sobre el ayuno era que se trataba de comer menos para entrar en una talla más pequeña, y no comer carne los viernes durante la Cuaresma.
Así que mi primer Ramadán fue un golpe para mi organismo; y a medida que se acercaba mi segundo Ramadán, pensar en mi habilidad para soportarlo me ponía muy nerviosa. Temía a los dolores del hambre, a que la sed me dejara deshidratada y a la fatiga que acompaña el ayuno. Sentía que esto era algo de lo que nadie hablaba y por una buena razón: quejarse por el hambre, la sed y la fatiga frustra el propósito del ayuno.
Me di cuenta de un par de cosas durante mi lucha para adaptarme al ayuno:
- En primer lugar, ninguna transformación tendrá lugar a menos que realicemos cambios drásticos, y a menudo incómodos. Y el ayuno es una asombrosa forma de poder conocer y perfeccionar quiénes realmente somos a un nivel básico.
- En segundo lugar, me di cuenta de que existen consejos muy importantes para ayunar con éxito, y que son pocas las personas que se los dan a los musulmanes nuevos, tal vez por temor a quejarse sobre la prueba del ayuno, o tal vez por haber sido entrenados desde pequeños y no saber lo duro que es para un adulto ayunar por primera vez.
Así que a continuación mencionaré las prácticas mentales y físicas que hacen que el ayuno sea más fácil para los nuevos musulmanes y para aquellos nuevos en el ayuno.
El enfoque mental
Debes saber que tú puedes: Como dije anteriormente, quiero ser honesta aquí. Hubo algunos días de ayuno en el principio de mi vida como musulmana que fueron difíciles. Hubo días que me pareció que me abría paso dolorosamente por cada minuto de ayuno. No estaba segura de si podría lograrlo.
Entonces me dije: “Si Al-lah ha prescrito el ayuno para la humanidad, eso significa que soy capaz de hacerlo”. Y continué diciéndome esto hasta que se convirtió en mi mantra de Ramadán: “Si Al-lah dice que puedo, entonces sé que puedo”.
A veces no confiamos lo suficiente en nosotros mismos. Somos más fuertes de lo que pensamos. Al-lah conoce nuestra verdadera fuerza y nos pide que nos elevemos a nuevas alturas durante Ramadán. Dejarse ir y confiar en que Al-lah nos ha hecho lo suficientemente fuertes para sobrellevar este ayuno, nos quita mucho del estrés de ayunar e instantáneamente lo hace más fácil.
Por supuesto, esto no se aplica a las personas que comienzan a experimentar complicaciones médicas serias mientras ayunan. Algunas personas pueden estar incapacitadas para ayunar y deben consultar con el médico si sienten síntomas más allá del hambre, la sed y la fatiga.
Deja de pensar en ello: Durante aquellos primeros años de ayuno, pasaba todo mi tiempo obsesionada sobre cómo me sentía o qué iba a comer o beber cuando rompiera mi ayuno. Pensar en mi estómago, la comida o los efectos físicos del ayuno hacía que ayunar fuera un millón de veces más difícil.
Finalmente, decidí que, si quería tener éxito en este acto de adoración, tenía que dejar de pensar sobre los aspectos físicos y ocupar mi mente en otras cosas. Los compañeros del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) dieron un consejo similar sobre cómo entrenar a los niños para adaptarse al ayuno. Ellos dijeron: “Si un niño lloraba de hambre, le dábamos un juguete para que jugara hasta que llegaba el tiempo de terminar el ayuno” (Bujari).
Les daban juguetes a los niños para distraer sus mentes de la sensación de hambre y sed. Del mismo modo, distraer la mente es una gran estrategia para los nuevos musulmanes para superar la lucha física. En cierto modo, los musulmanes nuevos necesitan adaptarse al ayuno (y otros aspectos del aprendizaje y la práctica del Islam) tal como un niño lo haría. No se trata de que los nuevos musulmanes sean incapaces de alguna forma, sino que el entrenamiento dentro de una familia musulmana comienza desde la niñez, y los nuevos musulmanes son como niños en la fe y deben seguir los mismos pequeños pasos para lograr adaptarse.
Una vez que me deshice de los pensamientos sobre la comida, bebida y cómo me sentía, ayunar se hizo mucho más fácil. Era lo que era, y no iba a obsesionarme sobre mi estado físico en lugar de concentrarme en mi estado espiritual. Ocupé mi mente en acercarme más a Al-lah, aprender sobre mi religión y buscar el perdón. Y fue entonces cuando los asombrosos efectos del ayuno comenzaron a transformarme como musulmana.
El enfoque físico
Aprende cuándo puedes comer y no lo dejes pasar: Al ser tan nueva en el Islam cuando comencé a ayunar, todo lo que sabía era que no podía comer desde que “el sol salía” hasta que “el sol se ocultaba”. Pensaba que esto significaba que no podía comer desde el tiempo en que el sol se levantaba por la mañana hasta que toda la luz había desaparecido del cielo por la noche.
Estaba muy equivocada y estaba ayunando por mucho más tiempo del necesario. Para los musulmanes nuevos que también son nuevos en el ayuno, puede que no esté claro cuándo tienen que dejar de comer para iniciar el ayuno y cuándo deben comenzar a comer para romperlo. Estas comidas son llamadas Suhur (la comida antes de comenzar el ayuno) e Iftar (la comida para romper el ayuno).
El día de ayuno se inicia en el momento en que llega el tiempo de la oración del Fayer, y el momento para romper el ayuno inicia con la llegada del tiempo de la oración del Magrib. Evita dormirte y perder así el Suhur (antes que llegue el tiempo del Fayer) y no retrases tu Iftar (una vez que ha comenzado el tiempo del Magrib). No pienses que es mejor alargar el ayuno.
El Profeta nos dijo: “La gente seguirá bien mientras se apresuren en romper su ayuno” (Bujari y Muslim).
Perder las comidas o prolongar el ayuno hará que Ramadán sea más difícil de lo que tiene que ser; esto es completamente innecesario.
La buena nutrición e hidratación son cruciales: Durante el día, tu cuerpo comenzará a anhelar los peores alimentos del mundo. Tu estómago comenzará a inventar nuevas formas de inyectar más grasas dañinas y azúcar a los alimentos que ya de por sí son malos. Este era el estado en el que me encontraba respecto a las comidas durante el sagrado mes de Ramadán. Ansiaba comer rosquillas rellenas, pollo frito cubierto en chocolate y frito nuevamente. Cuando era tiempo de comer, llenaba mi estómago con aquellos alimentos insalubres e insustanciales que mi cuerpo deseaba durante el ayuno.
Sin embargo, saciar mi apetito con comida chatarra hacía que pronto volviera a sentir hambre, que tuviera la mente constantemente nublada y que me sintiera débil por más tiempo. Unos cuantos días de esto le darán a cualquiera una lección sobre nutrición. Comer alimentos saludables hace un mundo de diferencia durante los días de ayuno: la avena me hace sentir llena todo el día, la carne baja en grasa me hace sentir más fuerte, los frutos secos me hacen sentir más concentrada. Esto fue como un milagro.
Consume alimentos con alto contenido en fibras, proteínas y grasas saludables. Estas cosas te ayudarán a sentirte satisfecho por más tiempo y mejor contigo mismo. Las rosquillas harán que te estrelles en los peores momentos. El pollo frito te ocasionará una neblina mental que podría arruinar tu vida. La mayoría de la comida chatarra no tiene el mismo efecto de saciedad que la comida saludable genera.
Lo que bebía también afectaba mi ayuno. En mis primeros ayunos de Ramadán notaba que mis ojos se hundían, y el tono morado alrededor de ellos me hacía ver como si me hubiese unido a una especie de “club de la pelea de Ramadán”. Atribuía esto a la falta de sueño por los rezos nocturnos, hasta que mis labios comenzaron a agrietarse y sangrar.
Resultó que mi adicción a la soda y el café, y continuar consumiendo estas bebidas deshidratantes durante el Suhur y el Iftar, estaba dañando mi salud. Nunca fui una persona amante del agua hasta que me convertí en una persona que ayuna, porque descubrí que beber mucha agua fuera de las horas de ayuno hacía que ayunar fuera más fácil.
Beber agua es muy importante cuando introduces el ayuno en tu dieta. A menudo tenemos sed mucho antes de sentir hambre, y mantener nuestro nivel de hidratación elevado es muy importante para hacer que el ayuno sea más fácil para el cuerpo. Por lo tanto, hay que hacer a un lado la soda, el café e incluso los jugos en el Iftar y el Suhur. El agua es lo mejor y será lo más útil para tu organismo mucho después de que tu ayuno haya comenzado.
El Profeta solía romper su ayuno con un dátil, y si no tenía dátiles, entonces simplemente lo hacía con agua: “El Mensajero de Al-lah solía romper su ayuno con dátiles frescos antes de ir a rezar. Cuando no había dátiles frescos, rompía su ayuno con dátiles secos. Cuando no había dátiles secos, simplemente tomaba unos cuantos sorbos de agua” (Abu Dawud).
Hay mucha sabiduría en seguir este ejemplo. El agua mantiene nuestra hidratación y los dátiles proporcionan fibra, lo cual evita el hambre.
El ayuno es mucho más que un acto físico. Pero si los musulmanes nuevos tienen dificultades para superar lo físico, será casi imposible para ellos alcanzar los aspectos espirituales de Ramadán y el ayuno, que es donde se encuentra la dulzura de la fe y de este sagrado mes. Tengo la esperanza de que ayudar a los nuevos musulmanes a manejar la parte física los llevará a crecer en lo espiritual.
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