El Islam cuántico: Cómo la física confirma la cosmovisión del Corán

El Corán, según se ha dicho, es único entre las escrituras de las grandes religiones del mundo en su compatibilidad con los cambios en la visión del mundo que han acompañado a los principales descubrimientos científicos.

Sobreviviendo a las tormentas de los descubrimientos científicos

Cuando Copérnico afirmó que la Tierra no es el centro del universo, la cosmovisión cristiana fue lanzada al caos. Los cristianos ilustrados europeos, con su cosmología antropocéntrica, creían que los seres humanos éramos el todo y el fin último del cosmos entero, de modo que nuestro planeta tenía que ser el centro exacto de todo.

Uno puede hacer de lado este error como el resultado natural de confundir a Dios con una de Sus criaturas, un ser humano. Los humanistas herederos del cristianismo persisten en el mismo error, a pesar de que han aceptado a regañadientes, junto con la mayoría de los cristianos, la revolución copernicana, al menos en cuanto a la astronomía. Los musulmanes, por otro lado, siempre han sabido que Al‑lah es Rab Al Alamín, el Señor de los mundos. Eso significa que hay muchos mundos, de los cuales el nuestro es solo uno más. El descubrimiento de Copérnico no fue particularmente sorprendente ni perturbador para los musulmanes.

La era de la física cuántica

El éxito de la popularización de la física cuántica, especialmente con la película ¿¡Y tú qué sabes!?, sugiere que se está produciendo una nueva revolución copernicana. Una vez más, los musulmanes hallarán que sus consecuencias están de acuerdo con las enseñanzas del Corán, incluso cuando los no musulmanes encuentran sus cosmovisiones desafiadas o volteadas. Y una vez más, en el corazón del cambio hay un descubrimiento científico mostrando que nuestro mundo es apenas uno en una plétora infinita de otros mundos.

La física cuántica, el modelo matemático más exitoso de la realidad física, nos dice que la “realidad profunda” no consiste de objetos físicos, sino de ondas de probabilidad. Cada punto de una onda de probabilidad corresponde a un estado de realidad física como la experimentamos y medimos. Pero junto con lo que percibimos y medimos, hay un número infinito de otras realidades (otros mundos) que parecen existir en universos paralelos al nuestro, a los que nuestros sentidos e instrumentos no tienen acceso.

Otro cambio de paradigma en la comprensión de nuestro mundo

Incluso los científicos occidentales que desarrollaron la teoría cuántica, han tenido dificultades para aceptar sus implicaciones. Al igual que los papas precopernicanos, están emocionalmente apegados a la idea de que su propio mundo familiar limitado es el centro de todo. ¿Mi universo realmente puede ser solo uno de una enorme cantidad de universos paralelos que se ramifican al infinito? Si hay tantos mundos, ¿por qué solo percibo uno de ellos? La cosmología coránica responde: “¿Por qué no?”. Si la física cuántica es correcta, Al‑lah es el Señor de los mundos no solo en el sentido de haber creado una enorme cantidad de soles y planetas, sino también en el sentido de haber desplegado una multiplicidad de mundos (universos) como parte del proceso mismo de la creación.

La idea de que estos mundos desplegables existen en un reino oculto a la percepción visual normal, no debe sorprender a los lectores del Corán, que repetidamente hablan de Álam Al Gaib (la dimensión oculta de la realidad).

Los musulmanes tampoco deben sentirse consternados por la casi infinita riqueza y multiplicidad de la creación de Al‑lah. Después de todo, Al‑lah es Aquel que solamente tiene que decir “sé” y es. Incluso en la Tierra vemos múltiples variedades de especies de todo tipo.

Los musulmanes tampoco tienen dificultad aceptando su humilde lugar en este magnífico esquema. Después de todo, nuestro propósito y lugar es someternos a Al‑lah, no insistir jactanciosamente que solo nosotros debemos ser el centro de la creación.

Entendimiento y mal entendimiento de la nueva ciencia

La nueva revolución copernicana de la física cuántica inspiró la sensación cinematográfica ¿¡Y tú qué sabes!?, una película entretenida y provocadora que, predeciblemente, adopta un enfoque narcisista hacia la realidad cuántica.

Mientras que el Islam nos orienta hacia la sumisión al Señor de los mundos, la espiritualidad de la New Age a menudo enfatiza el poder y la gratificación personales. En lugar de encontrar el equilibrio y la paz interior, y maravillarse de la asombrosa riqueza y multiplicidad de la creación que se despliega, el enfoque de la New Age hacia el descubrimiento de los universos múltiples es: “Eso significa que puedo elegir en qué universo quiero vivir, ¡puedo controlar la realidad misma que percibo! ¡Soy casi un dios! ¡Quizás soy dios!”.

Este error es inevitable, dado que la cultura occidental se aleja de los requerimientos ilógicos de creencia del cristianismo (que confunde al hombre con Dios) hacia el humanismo (que convierte a la humanidad en su dios), hasta el estado actual de confusión cuando la tecnología capta poderes aparentemente divinos.

¿Qué hay de nuestra elección de una realidad preferida?

¿Realmente existen múltiples realidades que se ramifican a nuestro alrededor, y podemos realmente elegir entre ellas? Esta pregunta toma una visión revolucionaria que se asoma a la naturaleza de la realidad y la reduce a una búsqueda pragmática de poder. Aquí están las etapas que atraviesa el mundo occidental cuando se enfrenta a la nueva revolución copernicana de la realidad cuántica:

  1. Negación. Desde el “Dios no juega a los dados con el universo” de Einstein, a los intentos actuales de explicar cómo las muchas realidades cuánticas “irreales” colapsan en “una única realidad real” que percibimos, la consciencia egocéntrica se aferra desesperadamente a la ilusión de que su realidad es la única real, y todas las demás son meras ilusiones que pueden ser explicadas.
  2. La egocéntrica aceptación por tráfico de poder de la realidad cuántica. Este enfoque, ejemplificado en la película ¿¡Y tú qué sabes!?, acepta la implicación de las múltiples realidades de la física cuántica, pero la ve principalmente como una herramienta para el empoderamiento personal: deshacerse de las emociones negativas, experimentar más placer, y elegir generalmente el vivir una vida más agradable y menos neurótica. Si bien no hay nada de malo en deshacerse de las psicosis y las emociones negativas, y experimentar placer, es autodestructivo convertir estas cosas en el objetivo central de la existencia.
  3. Experimentar la visión más amplia de la realidad que describe la física cuántica, y asumir una orientación de sumisión temerosa y agradecida hacia el Creador de tan asombroso proceso de realidad.

La tercera etapa es la recomendada en términos inequívocos por el Corán. Al‑lah, el Señor de los mundos, Creador de todo cuanto existe, es Aquel que es Omnisciente y Omnividente. El fundamento básico y la orientación de nuestra existencia debe ser la sumisión a Al‑lah, no una búsqueda neurótica de poder sobre la diminuta esquina de realidad que habitamos.

Las realidades cuánticas y la cosmología coránica

De las popularizaciones de la física cuántica con las que estoy familiarizado, tal vez la mejor −y con seguridad la más interesante desde una perspectiva musulmana− es Science, Sense & Soul: The Mystical-Physical Nature of Human Existence (Ciencia, sentido y alma: La naturaleza místico física de la existencia humana), por el Dr. Casey Blood (Los Ángeles: Renaissance Books, 2001). El autor, un físico que ha sido fuertemente influenciado por las ideas islámicas, ofrece una interpretación asombrosamente lúcida de la física cuántica, que se asocia estrechamente con la cosmología coránica.

Como describe Blood, la descripción cuántica de la realidad pone fin a la era del materialismo, en cuanto a que requiere de la existencia de la mente no física detrás del cerebro físico.

  1. El elemento físico es en extremo rico y complejo, y corresponde a la parte nuestra que sobrevive a la muerte (el ruh en la cosmología tradicional islámica). Durante la vida, nuestro ruh hace elecciones entre las realidades cuánticas correspondientes a nuestros pensamientos, y dichas elecciones tienen enormes repercusiones para nuestra experiencia, no solo de la vida, sino también después de la muerte.
  2. De hecho, las decisiones que tomamos en la vida tendrán una repercusión inmensa después de la muerte, como nos enseña el Islam. ¿Por qué? Debido a que, mientras estamos vivos, el universo físico modifica y estructura nuestra consciencia, haciendo finitas las repercusiones de cada elección de pensamiento que hacemos. Cuando nuestra mente no física se separa del universo físico, como ocurre en cierta medida con el sueño, y con absoluta finalidad en la muerte, las formas de pensamiento de la mente misma se convierten en la totalidad de nuestra consciencia.
  3. Todo lo bueno y todo lo malo que hacemos está eternalizado, y entramos en la forma de eternidad moldeada por nuestros propios actos. En otras palabras, entramos en un Paraíso o un Infierno eternos, como fruto de nuestras decisiones durante la vida. Por lo tanto, nuestros actos son de gran importancia, como nos advierte el Corán en repetidas ocasiones.

¿Realidades reveladas necesitadas por realidades cuánticas?

La cosmología cuántica de Blood no solo sugiere la existencia de Al‑lah, Creador y Sustentador, Señor de los mundos, sino que la exige.

  1. Al asumir que la realidad cuántica es equivalente a nuestra realidad física, Blood muestra que algo más (un algo más enorme) es necesario. En el extremo final de nuestra consciencia individual, ese algo más es la mente o alma no física.
  2. A nivel del cosmos en su conjunto, una mente no física unificadora que subyace y crea la dimensión física gobernada por la cuántica, es igualmente necesaria. Ahora, ¿cómo podríamos denominar a dicha mente no material que lo creó todo, lo abarca todo, dispensa justicia absoluta y es totalmente misericordiosa? Los musulmanes denominamos a esa fuerza “Al‑lah”.
  3. Además de sugerir la realidad de Al‑lah, el Paraíso, el fuego del Infierno y el juicio, con base en la interpretación más directa de la física contemporánea, Blood demuestra también dónde encajan los ángeles y los yinn en su esquema. El reino de los ángeles, escribe, es un aspecto de la mente no física que está relativamente cerca de Al‑lah y más lejos de la realidad material gobernada por la cuántica; mientras que el reino de los yinn es una capa más densa de la mente no física, más cercana a la realidad material.

Nuestra mente (ruh) puede experimentar, y experimenta, ambos planos.

El mundo oculto del Corán, confirmado por la nueva ciencia

Es bien sabido que ciertos pasajes en el Corán han prefigurado descubrimientos científicos posteriores. Pero hasta que leí el libro de Blood, jamás había escuchado a nadie afirmar que la interpretación más directa del enfoque científico más básico hacia la realidad, la física, ha confirmado los principios clave de la cosmovisión islámica.

A medida que las implicaciones asombrosas de la física cuántica se adentran lentamente en la consciencia global, quizás la fase narcisista “¡Guau, yo creo mi propia realidad!” le dé paso a un entendimiento más maduro del cosmos, un entendimiento arraigado en una cosmovisión islámica confirmada por la maduración del conocimiento científico.