Adhiriéndose a los ayat de Al-lah en tiempos de crisis espiritual

“Mi uso del hiyab es una pantomima, es una fachada”, me dijo una vez una hermana, “no hay imán adentro. Solía estar tan cerca de Al-lah. Ahora, no logro regresar de nuevo a ese estado”.

Otra hermana, quien estaba luchando para realizar sus cinco oraciones diarias, me pidió consejo. Sorprendentemente, ella ya tenía conocimiento previo cobre cualquier consejo que yo le daba. De hecho, probablemente sabía más al respecto que yo. Su problema no era falta de conocimiento, sino algo totalmente distinto.

Muchos musulmanes sufren de esta degeneración espiritual. Hace mucho tiempo, solíamos ser musulmanes ejemplares. Nos tomábamos la religión muy en serio en cada esfera de nuestras vidas. Vivíamos maravillados con el Corán; nos sentíamos bendecidos por estar cerca de Al-lah. Estábamos llenos de entusiasmo por ser buenos creyentes.

Pero, en alguna parte del camino, las cosas empezaron a ir mal. Quizá esto inició por algo de cansancio, un sentimiento de exhaustividad por hacer demasiado. Quizá caímos en algún pecado en particular. Es diferente para cada uno de nosotros, pero el resultado final es el mismo. Empezamos a perder entusiasmo por nuestra religión. Ahora las oraciones diarias se han convertido en una faena, una tediosa obligación. Ayunar se ha vuelto una tortura. Seguir las reglas del Islam se ha hecho sofocante.

Aún parecemos muy religiosos para las demás personas; quienes nos miran exclaman envidiosos: “¡Ma sha Al-lah, ella es tan modesta!”, o: “¡Wow, él tiene tanto conocimiento!”. Dicha admiración nos hace sentir apenados e incómodos, pues sabemos que la realidad es muy diferente, y fea.

Si usted ha experimentado esto, no está solo. El Profeta nos advirtió sobre esto:

De entre las cosas que temo para ustedes es un hombre que recita el Corán hasta que su esplendor brilla sobre él. Su manto es el Islam y lo lleva puesto hasta que Al-lah así lo desea, y luego lo lanza tras su espalda y ataca a su vecino con una espada acusándolo de politeísmo” (Tafsir Ibn Kazir, Vol.3, p.252, citado por Ashqar, 43).

Es muy difícil adherirse a la “cuerda de Al-lah”, especialmente en el mundo de hoy en día. Somos bombardeados por tentaciones desde todas partes, y es difícil no rendirse.

Y una vez nos rendimos, nos entregamos al proceso de degeneración espiritual.

Cómo el Corán describe la degeneración espiritual

Nadie nos conoce mejor de lo que Al-lah nos conoce. Entonces, si queremos una solución a este problema, el mejor lugar para buscar es en el Corán.

{Es así como explicamos [en detalle] los signos, para que recapaciten} [Corán 7:174].

Miremos entonces cómo Al-lah describe la degeneración espiritual:

{Y relátales la historia (¡Oh, Muhammad!) de aquel a quien, habiéndole concedido el conocimiento de Mis preceptos, los descuidó, el demonio lo sedujo y fue de los extraviados.}

El Imám Zamakhshari nota en su Tafsir Al Kashshaf, que esta aya habla de los Hijos de Israel. Al-lah explica el caso de esta gente en detalle a lo largo del Corán, siendo la principal razón de su caída, no la falta de conocimiento, sino la falta de aplicación del conocimiento en sus propias vidas. Al-lah compara estas personas con burros que cargan volúmenes de libros, pero no se benefician de sus contenidos [Corán 62:5].

Este es exactamente nuestro caso, sabemos que el Islam es hermoso, conocemos algunas ayas del Corán y lo que significan; pero vamos en su contra.

En otras palabras, Al-lah nos dio Sus ayas, y nosotros las botamos detrás de nuestra espalda y negamos su existencia.

El desprendimiento de la piel

La palabra utilizada para “desapegado” en la aya anterior [7:175] es insálaja, que hace referencia al desprendimiento de la piel en algunos animales. Una serpiente, por ejemplo, muda su piel cuando ya no es requerida. Admiramos la belleza de las escaman que quedan atrás, sin comprender que es solo tejido muerto y no realmente el ser vivo.

“De hecho Al-lah nos describe la imagen de una persona que mantuvo su religión en su aspecto exterior, pero se desprendió de ella desde el interior”, explica Ustadh Nouman Alí Khan, “de modo que la religión es solo algo que llevan puesto, casi como un disfraz”.

La religión de Al-lah y Sus ayas son nuestra capa protectora, nuestra crisálida con la cual Satanás no puede tocarnos. Cuando esto desaparece, quedamos expuestos a Satanás. Este se pega de nosotros como un pedazo de goma de mascar. Este concepto se condensa en la palabra atbáa [7:175].

Se sienta sobre el Sirat Al Mustaqím (el Camino Recto), y cuando en cualquier momento agarra a alguno de nosotros por algún desvío, salta tomando la oportunidad.

El Ustadh Nouman explica el escenario: “Aquí aprendemos algo muy interesante sobre Satanás. Esto es que la gente que viene hacia Al-lah, aquellos a quienes Al-lah da la guía, cuando empiezan a perder firmeza, Satanás aprovecha la oportunidad, se mete en el camino y hace de la persona en cuestión su principal proyecto”.

Puesto que hemos dejado de lado la luz guía, el Corán, que solía guiarnos a través de As-Sirat Al Mustaqím, no sabemos hacia dónde vamos. Y nos hemos convertido en ghawin (desviados). La sura de Al Fátihah llama a esta gente al maghdub ´alaihim (aquellos que generaron Su ira).

En la siguiente aya, Al-lah dice: {Y si hubiera querido habría elevado su rango, pero se inclinó por los placeres de este mundo y siguió sus pasiones…} [Corán 7: 176].

Si no hubiésemos arrojado lejos de nosotros los ayat, estos mismos ayat hubieran sido los medios para nuestra elevación espiritual. Al-lah hubiera seguido elevando nuestro imán. Pero en lugar de esto, escogimos mantenernos atados a lo terrenal, caminamos en cuatro patas como animales. Perseguimos intereses mundanos. Ya no nos enfocamos en el Más Allá. El dinero, la fama, el poder, el amor, la comida, tales son nuestras únicas aspiraciones.

La metáfora del perro enfermo

Al-lah dice luego: {Se comportó como un perro que, si lo llamas, jadea, y si lo dejas también jadea. Este es el ejemplo de quienes desmienten nuestros signos. Nárrales estas historias a ver si reflexionan} [Corán 7:176].

El perro jadea para expeler el calor corporal. El jadeo excesivo también indica que el perro está demasiado sediento, irritado, con dolor o exhausto. En otras palabras, el jadeo es signo de cansancio excesivo e incomodidad.

Cuando nos apegamos a lo terrenal, nos volvemos como animales. Pero, a diferencia de los animales, nuestros deseos son insaciables. Cuando un animal está hambriento, solo necesita saciar su hambre para volver a sentirse a gusto. Pero nosotros no nos satisfacemos tan fácilmente. La obesidad es una pandemia mundial. Incluso los niños sufren hoy en día de esto. ¿Por qué? Porque somos codiciosos. Saciar nuestra hambre no es suficiente. Los humanos pueden comer y comer hasta que su estómago queda prácticamente a reventar. El Profeta describió esto como si comiésemos con siete intestinos.

Somos como el perro anormal que siempre está jadeando. Cuando recordamos a Al-lah, cuando escuchamos hablar de del Islam y del Corán, nos sentimos incómodos, inquietos. ¿Por qué? Quizá porque nos hace sentir pena de nosotros mismos, o porque nos ayuda a dejar el pecado que tanto nos gusta.

{Pero el ser humano desea obrar como un libertino lo que le queda de vida} [Corán 75:5].

No queremos pensar en el Corán. Preferimos seguir viendo películas. Pero incluso cuando estamos viendo películas, aún nos sentimos incómodos e inquietos. Película tras película, en el intervalo en el que termina una y ponemos la siguiente, sentimos un vacío insoportable, inquietud, dolor.

Quizá no nos guste nada relacionado o que nos recuerde los ayat de Al-lah. No nos dan ganas de rezar, e incluso si rezamos, pensamos en otras cosas mientras repetimos como loros los ayat.

En realidad, lo que estamos haciendo es negar los ayat de Al-lah, negándonos a aceptarlos como guía. Esta frase suele aparecer en el Corán relacionada con los incrédulos. El Ustadh Nouman explica que: “Estas personas en este punto no son distintas, en lo que a Al-lah concierne, de los incrédulos”.

¡Qué duro castigo es este!

Un círculo vicioso entre castigo y degeneración

Imaginemos que damos un bello regalo a un amigo. Al recibirlo, lo abre, lo tiene en sus manos por unos instantes, y luego lo tira detrás de sí mientras observamos cómo lo hace. ¿Cómo nos sentiríamos? ¿Insultados? ¿Heridos?

Al-lah está más allá de todos los ejemplos. Cuando negamos el último de los regalos de Al-lah, Sus ayat, estamos irrespetándolo, y merecemos un castigo por este irrespeto.

El dominio de Satanás está sobre aquellos humanos y yinn que se complacen con sus ideas y con aquellos que se complacen en seguirlo y obedecerle. Cuando extienden sus manos hacia él, se convierten en sus prisioneros como castigo por sus propios actos. Al-lah no le dio a satanás ningún poder sobre Sus siervos, hasta que el mismo siervo abrió las puertas a Satanás obedeciéndole y asociándolo con Al-lah. Entonces Al-lah permite que satanás subyugue al siervo y tenga poder sobre él (Al Ashqar, 40-41).

¿Significa esto que vamos a ser por siempre prisioneros de satanás, que nunca podemos regresar al refugio protector donde él no puede ingresar?

Satanás nos distrae de caer en cuenta de esto. Sentimos que nuestro caso no tiene esperanza, que nunca podemos cambiar. Y puesto que nuestro futuro está totalmente arruinado, debemos entonces intentar disfrutar al máximo la vida presente, y esto nos hace ser indulgentes y caer en más pecados. Y así el ciclo vicioso continúa.

¿Soluciones?

“Miren quién habla” diría usted con enfado, si conociera mi caso. Esto es tanto su esfuerzo como el mío. Además, cada quien enfrenta esta problemática desde distintos ángulos, de modo que nuestras soluciones serán también ligeramente diferentes.

Lo que puedo sugerir es un conjunto de consejos generales:

  1. Nunca diga nunca. Sé que es un cliché, pero como la mayoría de los clichés son verdad.

Al-lah dice: {¡Oh, siervos Míos que están sumidos en el pecado [perjudicándose a sí mismos]! No desesperen de la misericordia de Al-lah. Al-lah tiene poder para perdonar todos los pecados. Él es el Perdonador, el Misericordioso} [Corán 39:53].

El Profeta dijo: “Cuando Al-lah completó la creación, escribió en Su Libro que está junto a Él en Su Trono: ‘Mi misericordia tiene prioridad sobre Mi ira’” (Bujari).

Esto es una batalla entre uno y Satanás. Perder la esperanza significa que uno acepta la derrota: {Ciertamente, Satanás es un enemigo para ustedes. Tómenlo entonces como un enemigo} [Corán 35:6]. No permita que Satanás tome la delantera. ¡Luche! Luche hasta el último aliento de su vida.

  1. No huya de usted mismo. Cuando desobedecemos a Al-lah, nuestras consciencias hacen preguntas incómodas. Y para subyugar la voz de nuestra consciencia, tratamos de mantenernos ocupados. En pocas palabras, tratamos de huir de nosotros mismos.

Cuando se encuentre en esta situación, pare por un momento. Pregúntese. “¿Por qué estoy huyendo? ¿Qué temo enfrentar?”. Sea honesto consigo mismo y no permita que la culpa se le salga de las manos. Perdónese y sea compasivo consigo mismo. Entonces reflexione en su situación desde una perspectiva orientada a la resolución de situaciones. ¿Qué resultó mal? ¿Cómo terminé aquí? ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Cómo puedo arreglar las cosas?

  1. Manténgase cerca de las ayat de Al-lah. Modifique el acto que condujo a este desorden en primer lugar: la negligencia con los ayat de Al-lah. Al-lah dice a los Hijos de Israel:

{Aférrense con fuerza a lo que les he dado [la Torá] y recuerden lo que hay en ella, que así alcanzarán el temor devocional de Al-lah} [Corán 2:63].

Aferrarse a los ayat de Al-lah a lo largo de nuestra vida requiere quwwa, fuerza. Adhiérase a ellos con todo su ser, tanto como pueda. Esto toma mucha práctica mental y espiritual, pero es la única forma de sanarse.

Al-lah llama al Corán Shifá (sanación o cura): {¡Oh gente! Les ha llegado el Mensaje de Su Señor, que es una cura para toda incertidumbre que hubiera en sus corazones, y guía y misericordia para los creyentes} [Corán 10:57].

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Referencias:

  • Abdel Haleem, Muhammad. The Qur’an: A New Translation, by M.A.S. Abdel Haleem. Oxford: Oxford, 2004.
  • Al-Ashqar, Umar Sulaiman. The World of the Jinn and Devils. Trans. Jamal Ad-Din Zarabozo. Al-Basheer, 1998. N.p.
  • Ibn Kathir. Tafsirhttp://www.alim.org/library/quran/AlQuran-tafsir/TIK/7/175 . 27 Feb 2017
  • Khan, Nouman Ali. Beware of the Panting Dog. Sep 1, 2016. https://www.youtube.com/watch?v=IlOcu4Lg824. 27 Feb 2017
  • Al-Zamakhshari, Abu-l-Qasim Mahmud Ibn ‘Umar. Tafsir Al Kashshaf. Lebanon: Dar Al-Marifah, 2009.