¿Por qué hay discrepancias entre los eruditos? (parte 1 de 3)

Shaikh Ibn Uthaimín

Todos los musulmanes saben, a través de su entendimiento del Corán y de la Sunna, que el din de Al-lah es la religión de la verdad. Implícitamente, esta declaración presupone que el Profeta nos dejó una explicación completa e integral de la religión, para que no se necesite de más explicaciones una vez que esto sea aceptado.

El Fiqh en tiempos del Profeta

La existencia de una guía y una religión verdadera descarta toda falsedad, y su explicación debe de ser integral. Cuando había discrepancias en tiempos del Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), la gente le remitía a él sus asuntos para saldar disputas y para que juzgara entre ellos. Él les explicaba en qué diferían. Era por lo general en dichos tiempos que nuevos versos del Corán eran revelados. Leemos, por ejemplo:

  • {Te preguntan qué es lícito. Responde: “Se les permite todo lo bueno [y sano]”.} [Corán 5:4]
  • {Y te preguntan qué dar en caridad. Diles: “Lo que puedan permitirse”.} [Corán 2:219]
  • {Te preguntan sobre los botines [de guerra, cómo se distribuyen]. Diles: [¡Oh Muhammad!]: “Los botines son para Dios y el Mensajero”.} [Corán 8:1]
  • {Te preguntan [¡Oh, Muhammad!] acerca de las fases de la luna. Diles: “Son una señal para que la gente pueda fijar sus fechas y para la peregrinación”.} [Corán 2:189]
  • {Te preguntan si es lícito combatir en los meses sagrados. Diles: “Combatir en los meses sagrados es un sacrilegio…”.} [Corán 2:217]

Confiar en nuestros sabios para una apropiada reglamentación del Fiqh

Sin embargo, después de la muerte del Profeta algunas diferencias surgieron entre los musulmanes en cuanto a las reglas del Fiqh. Estas diferencias en la reglamentación del Fiqh no eran en cuanto a los fundamentos o las fuentes del din (religión). Aun así, ha causado un quiebre y sufrimiento en la unidad de los musulmanes, particularmente en tiempos cuando el conocimiento del din no ha tomado su curso natural al momento de dirigir los asuntos de la Umma. Y puesto que no se espera que estas diferencias desaparezcan, se hace necesario para nosotros aprender sobre ellas y saber cómo manejarlas.

Saber por qué los eruditos tienen discrepancias en ciertos asuntos del Fiqh es esencial para desarrollar una apreciación de la naturaleza de nuestro din y de la compleja tarea de los sabios y eruditos. Dicho paso conllevará a desarrollar una fuerte confianza entre los musulmanes y sus eruditos, algo sin lo cual la Umma no puede aspirar al éxito.

El propósito de este artículo es introducir al lector al tipo de discrepancia que ocurre entre los eruditos en lo concerniente a sus opiniones, con el fin de explicar algunas de las razones detrás de dichas diferencias y para dar consejo a los musulmanes sobre lo que pueden hacer en cuanto a estas discrepancias, de modo que puedan agradar tanto como sea posible a Al-lah y llevar una vida islámica.

El empeño humano en discernir la ley de Al-lah

Existe la posibilidad de que los eruditos cometan errores en lo que respecta a los reglamentos basados en la guía de Al-lah. Estos errores pueden ocurrir porque no hay ningún ser humano que sea perfecto. En el Corán, Al-lah estipula: {Y el hombre fue creado con una naturaleza débil} [Corán 4:28]. En concordancia, pueden sobrevenir errores en algunos asuntos como resultado de alguna imperfección en el conocimiento o en la percepción de la realidad de los implicados:

  1. La evidencia no había alcanzado a cierto erudito o lo había alcanzado, pero él no se sentía conforme con esta.
  2. La evidencia nunca llegó al erudito. El Imam Bujari relató que Omar viajó en una ocasión a Siria. Estando en camino, se le informó que había una epidemia en Siria, la plaga. Paró y consultó a sus compañeros. Ellos estaban divididos en dos opiniones; prevalecieron aquellos que opinaban que la expedición no debía entrar en Siria. Durante esta consulta y debate, Abdul Rahmán Ibn Awf vino y dijo: “Tengo cierto conocimiento al respecto. Escuché al Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) decir: “Si escuchan sobre ella (es decir, la plaga) en un lugar, no vayan allí. Pero si se desata en el lugar donde se encuentran, no dejen ese lugar (huyendo de ella)”. Dicha regla no era conocida, incluso por los mejores de entre los compañeros hasta que Abdul Rahmán Ibn Awf les informó al respecto.

Un segundo ejemplo de evidencia que aún no había sido recibida es el siguiente. Tanto Ali Ibn Abi Talib y Abdul-lah Ibn Abbas solían creer que una mujer embarazada debía esperar (tras la muerte de su marido) el más largo de dos periodos, bien fuera cuatro meses y diez días, o el tiempo hasta su alumbramiento. Si la mujer daba a luz antes de que se cumplieran cuatro meses y diez días, debería aún esperar hasta que este periodo de tiempo culminase; y si esperaba los cuatro meses y diez días y aún no había dado a luz, entonces debería continuar esperando hasta que diera a luz: {…el de las embarazadas finalizará cuando den a luz} [Corán 65:4]. En otro verso dice: {Las viudas deberán esperar cuatro meses y diez días} [Corán 2:234].

En estos dos versos hay consideraciones tanto generales como específicas. Al tomar los dos reglamentos juntos, Ali e Ibn Abbas creían en lo que se ha mencionado. Sin embargo, se narra en un hadiz auténtico que Subaida Al Aslamia tuvo su nifás (sangrado postparto) unas pocas noches tras la muerte de su esposo, y, aun así, el Profeta le permitió que contrajese nupcias. Esto indicó que se debe seguir lo estipulado en Corán 65:4. Si este hadiz hubiese llegado hasta Ali o hasta Ibn Abbas, lo hubiesen aceptado sin lugar a dudas y hubiesen cambiado de opinión.

Recogiendo y pesando la evidencia

  1. Se obtuvo la evidencia, pero el erudito no se sentía a gusto con ella

Puede ocurrir que la evidencia llegue al erudito, pero que él no confiara en el transmisor (del hadiz) o que encontrara que la narración contradice otra narración de un transmisor más confiable. En dicha situación es comprensible que el erudito se aferre al transmisor más confiable. El siguiente es un ejemplo del tiempo de los compañeros en cuanto a esta situación específica:

Cuando Fátima Bint Qais fue divorciada por tercera vez de su marido, recibió un poco de cebada a modo de soporte durante su periodo de idda (tiempo de espera prescrito para el divorcio). Sin embargo, a ella esto no le agradó y rechazó tomarla. Fue donde el Profeta y él le dijo que ella no era siquiera candidata a recibir esta ayuda o sukna (costos de su situación). Esto porque su esposo se había separado de ella y había pronunciado el divorcio por tercera vez (y última). Cualquier mujer que estuviese completamente separada de su esposo no era candidata a recibir apoyo o sukna por parte de su esposo, a menos que estuviese embarazada [al momento del divorcio final]: {Si ella está embarazada, deben mantenerla hasta que dé a luz} [Corán 65:6].

Omar, con todo su conocimiento y superioridad, no sabía de este incidente, entonces pensó que una mujer en esa situación tenía derecho a apoyo y sukna. No tomó en consideración las palabras de Fátima, temiendo que hubiese olvidado lo ocurrido. Dijo: “¿Deberíamos descartar la palabra de Nuestro Señor por la palabra de una mujer de la cual no sabemos si recuerda o habrá olvidado?”. Esto indica que Omar no estaba conforme con la evidencia provista.

Estos tipos de situaciones le ocurrieron a Omar y a otros compañeros. También les ocurrió a otros que los siguieron, y puede ocurrir hoy en día; y es muy probable que situaciones similares sigan ocurriendo hasta el Día del Juicio. Puede que haya ciertos eruditos que siempre se sientan inconformes con la formalidad de la evidencia presentada. Esto se ve mucho en las opiniones de ciertos eruditos con respecto a ciertos hadices. Algunos ven un hadiz como verídico y lo aceptan, mientras que otros lo consideran no verídico y lo rechazan porque no pueden confiar en alguno de los transmisores.

  1. El hadiz fue recibido pero olvidado por el erudito

Un erudito puede olvidar un hadiz o incluso un verso del Corán.

  • El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) lideró la plegaria un día y omitió un verso pues lo olvidó. Después del salá se dirigió a Ubai Ibn Kaab y le dijo: “¿Por qué no me lo recordaste?”. Nótese que esto le ocurrió a un hombre a quien le fue enviada la Revelación. Al-lah dijo también: {[¡Oh Muhammad! Haré que recites [el Corán] y no lo olvides. Salvo que Dios quiera, pues Él conoce lo manifiesto y lo oculto} [Corán 87:6-7].
  • Otro ejemplo es la historia de Omar Ibn Al Jattab y Ammar Ibn Yasir, cuando el Profeta los envió en una misión. Ambos entraron en estado de yunub (el estado de impureza sexual que requiere baño completo, ghusl). Ammar realizó iytihad (para formular un reglamento independiente), que la purificación con arena es equivalente a la purificación con agua, y se tiró entre la arena como lo hacen los animales, de modo que la arena se frotara contra todo su cuerpo como lo habría hecho el agua; y entonces rezó. Omar, por el contrario, no rezó. Más tarde, ambos llevaron el asunto ante el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y él los condujo hacia lo correcto. Le dijo a Ammar: “Era suficiente con que lo hicieras con tus manos”. El Profeta golpeó el suelo con ambas manos al mismo tiempo y después limpió frotando su mano izquierda con su derecha, [y después] frotó sus antebrazos y su rostro. Ammar solía narrar este hadiz
  • Durante su gobierno como Califa, Omar llamó a Ammar y le preguntó sobre el hadiz que estaba contando a la gente. Ammar respondió: “¿No recuerdas cuando el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) nos envió en misión y ambos entramos en yunub? Tú no rezaste, pero yo me tiré al suelo [entre la arena y después recé]. El Profeta dijo: ‘Era suficiente con que lo hicieras de tal y tal manera’”. Omar no recordaba la historia y dijo a Ammar: “Ten temor de Al-lah”. Ammar dijo entonces: “Si no quieres que yo recite este hadiz, no lo haré, puesto que debo obedecerte, como Al-lah ha prescrito”. Omar dijo entonces: “Te lo dejo a ti” ―como quien dice: “Ve y cuéntale a la gente de este hadiz”―. Omar había olvidado que el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) había hecho del taiammum un medio para purificarse (en la ausencia de agua) tanto para el salá como para el yanaba. El compañero Abdul-lah Ibn Masud, quien adoptó la opinión de Omar, tuvo un debate con otro compañero, Abu Musa Al Ashari, al respecto. Abu Musa le mencionó el comentario que Ammar le hizo a Omar. Ibn Masud dijo: “¿No ves que Omar no estaba satisfecho con lo que Ammar había dicho?”. Abu Musa respondió entonces: “Olvida lo que Ammar ha dicho. ¿Qué dices sobre lo que dice el verso en la sura Al Maidah 5:6?”. Ibn Masud se mantuvo en silencio.

Ciertamente, la verdad es lo que la mayoría de los eruditos dicen, que el yunub puede purificarse con taiammum si es la opción disponible para la persona que necesita rezar.

Y puede ocurrir que uno olvide o no conozca el reglamento legal. Puede que uno cometa un error excusable al promulgar este reglamento, pero no hay excusa para aquellos que conocen la evidencia y no la adoptan.