En el mundo moderno, los lectores hispanos tienen acceso a millones de libros que cubren todos los temas concebibles. ¿En cuáles vale la pena invertir tiempo y esfuerzo para disfrutarlos y beneficiarse de ellos? Todas las grandes religiones tienen sus propios libros sagrados, recogidos de sus profetas, santos o antepasados. Y tarde o temprano, las composiciones orales han sido transferidas a una contraparte escrita.
A lo largo del tiempo, los israelíes han preservado su historia (destacando a Adán, Noé, Abraham y sus descendientes a través de múltiples generaciones), sus textos proféticos y principalmente la Ley dada a Moisés junto con las narraciones que asisten a su historia. En cierto punto una colección llegó a ser reunida en forma de un “canon” aprobado, y los textos atesorados llegaron a ser meticulosamente transmitidos en rollos escritos, conocidos hoy día como Biblia hebrea (la Torá en su totalidad expandida).
Hace unos veinte siglos, cuando los cristianos necesitaron legitimidad sociopolítica similar a la situación privilegiada de la comunidad judía en el mundo pagano dominado por Roma, también recopilaron un libro que contenía cuatro colecciones narrativas (escritos “evangélicos”, o inyil en árabe), relatando acontecimientos proféticos y enseñanzas memorables de Jesús. Los hindús y los budistas, así como muchos otros, también tienen sus colecciones sagradas preservadas en forma de libro.
Entre las “religiones mundiales” reconocidas, el Islam tiene el último libro sagrado. Su canon fue “cerrado” definitivamente por el Profeta Muhammad, en contraste con la historia de los textos hebreos y cristianos. Si bien ya no es nuevo en la escena al tener catorce siglos de edad, el Corán se mantiene en gran parte sin descubrir por parte de los no musulmanes de habla hispana. Para ellos, es un “libro sellado” que jamás ha sido abierto.
Para muchos musulmanes, el libro es honrado ubicándolo en un estante elevado, pero rara vez es abierto. Lamentablemente −e innecesariamente− los verdaderos tesoros del libro se quedan en gran parte inexplorados por parte de los musulmanes hispanoparlantes, quienes pueden estar desconcertados por la falta de hispanidad en su experiencia con él. Aquí nos proponemos ayudar a remediar el alejamiento de este texto y, por lo tanto, en última instancia, de una conexión espiritual con el Señor de todos los mundos. Nos proponemos señalarle al lector que solo habla español, algunas herramientas necesarias para enfrentar el reto del mensaje revelado en árabe para toda la humanidad.
La primera cosa que el lector notará es que el Corán no sigue el patrón familiar y esperado de un “libro” en el sentido moderno de un discurso que trata múltiples subtemas, cada uno abordado de manera amplia y objetiva dentro de su propio capítulo, antes de continuar con el siguiente tema en la siguiente sección. Por el contrario, el Corán es una composición de fuente única, expresada y entregada en segmentos limitados, en tiempo humano, cada uno en respuesta a una ocasión específica en la experiencia histórica humana, abarcando un tramo de 23 años, dada a una comunidad única pero étnicamente mixta, refiriéndose a algunos de ellos como “humanos” y a otros como “creyentes”.
Los textos individuales fueron puestos en su orden final por el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), ya que él los dictó a sus escribas en sus últimos años bajo la dirección del ángel Gabriel (la paz sea con él), el intermediario que trajo, fragmentariamente, esa revelación divina en primera instancia. Algunas suras (capítulos), en especial las breves y poéticas, son unidades completas de revelación, recibidos en su totalidad de una sola vez. En otros casos, las suras están compuestas de segmentos descendidos en diferentes períodos de la biografía del Profeta y en diferentes estadios del desarrollo social de la comunidad musulmana. Es de destacar que, a pesar de la llegada desordenada de sus partes constituyentes, el Libro conforma un todo unificado en su estructura literaria árabe.
Sin embargo, algunos académicos han intentado reordenar los segmentos del Corán con base en la cronología de la revelación de cada uno[1]. Por supuesto, es útil correlacionar las lecturas reveladas con los eventos en la vida de Muhammad y de sus compañeros para construir una cronología de su historia, pero reorganizar los segmentos del texto dentro del Libro viola la integridad de la coherencia del mismo (su nazm) así como su estilo de organización (su amud).
Sí, este Libro fue originado por una sola Mente −Al‑lah, Glorificado sea− y fue transmitido a través de un solo Mensajero −Gabriel, la paz sea con él− a un solo Profeta receptor −Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él− durante el lapso de una única vida humana −570-632 E. C.−, dentro de una sola área geográfica −la Península Arábiga−. Es una composición con un tipo de coherencia semítica (no indoeuropea), entretejida con dispositivos literarios entrelazados y estructuras modeladas mostrando fortuitamente −en todos los niveles del idioma− su paquete de expresión semítica, sonido envolvente (rima, aliteración, juegos de palabras), la elaboración de las palabras y la ingeniería semántica. Estos detalles generalmente son demasiado complejos y estrechamente ligados entre sí desde un punto de vista técnico como para ilustrarlos aquí, excepto de forma muy limitada. En consecuencia, el texto en árabe oscila rítmicamente entre capas entrelazadas de crescendo y pausa.
Por lo tanto, una buena traducción del Corán al idioma español también debe oscilar y llevar con ella al lector. Ninguna representación en español del Corán árabe reflejará perfectamente el mensaje en su grandeza literaria, ya que los dispositivos lingüísticos del español no concuerdan uno a uno con los del árabe, a pesar de que el árabe tuvo gran influencia en la formación del español durante el Califato de Córdoba. Si bien los retos son grandes, los traductores creativos que entienden el texto fuente, encuentran una forma de representar una equivalencia dinámica del Mensaje divino. Comparemos las siguientes traducciones en español en su manejo de la palabra árabe ‘ala (على “sobre”) como se encuentra en sura “La vaca” verso 5.
- Esos son los dirigidos por su Señor y ésos los que prosperarán (Julio Cortés, El Corán, 1979).
- Ellos son los que van en una dirección de su Señor y son los que tendrán éxito (Melara Navío, Traducción-comentario del Noble Corán, 1994).
- Estos siguen la senda de su Señor y serán los bienaventurados (Ahmed Abboud y Rafael Castellanos, El Sagrado Corán, 1953).
- Esos son quienes siguen la guía de tu Señor y quienes triunfarán (Abdul Qader Mouheddine y Sirhan Ali Sánchez, El Sagrado Corán: Traducción de su contenido al idioma español, 2004).
- Estos son los ilustrados por su Señor. Estos son los bienaventurados (Bahiye Mulla Huech, El Corán, 2004).
- Esos son los que están en la guía de su Señor y serán los bienaventurados (Muhammad Isa García, El Corán: Traducción comentada, 2014).
Se puede señalar que hay diferentes enfoques para escuchar el mensaje auténtico del Libro. Estudiar palabras, frases, contextos, y entender los asuntos polémicos en la comunidad original de Muhammad puede ser el propósito último de uno, para así replicar un equivalente dinámico de la comunidad original del Islam, tomando en cuenta las diferentes situaciones sociales de los pueblos de la actualidad. Pero si se emprende una lectura exploratoria y fundacional del Libro con el fin de descubrir su esencia general, la autoridad con la que habla, su actitud, su enfoque de la justicia, la sabiduría y la espiritualidad, entonces sería aconsejable comenzar con una mirada fluida a lo que se aborda de forma inmediata y sobre el terreno en el texto coránico, pasando de una aleya a otra y luego a través de la siguiente, y así sucesivamente en un flujo continuo de comunicación.
Mi primer encuentro significativo y comprensivo con el Libro fue a través de The Message of the Quran, traducción al inglés de Muhammad Asad. En ese primer y obsesivo paso por esta traducción, me salté las notas al pie y seguí adelante. Ahí estaba un Libro que aborda las preocupaciones de la humanidad con su Hacedor, su naturaleza personal y su necesidad de dependencia de su Proveedor y Sustentador, a la vez que responde a las objeciones de quien duda de cooperar con su Señor Sabio y Generoso. Durante mis lecturas posteriores, que fueron múltiples, devoré las meticulosas notas de pie de Asad.
Ahora bien, algunos objetan la presentación defectuosa de Asad en el apéndice III, sobre el término y el concepto de los yinn. Pero yo pregunto: ¿Esta falla es una justificación válida para renunciar a su magistral traducción al inglés y a su resumen de los comentarios de los eruditos en dicho idioma, con el fin de indicar adecuadamente algunos detalles filosóficos −que no todos los lectores comprenderán, aunque se los expliquen a plenitud−?
Una traducción excelente permitirá que uno lea a un ritmo constante, sin retroceder para entender algún giro oscuro de frase o referencia. Además, elogio −por la legibilidad y la erudición islámica de primera clase− The Gracious Quran: A Modern-Phrased Interpretation in English, 2008. Esta traducción al inglés es la primera hecha por un erudito con una educación superior islámica certificada y un profesorado (universidad de Al-Azhar); el Dr. Ahmad Zaki Hammad también cuenta con un doctorado de la universidad de Chicago.
En las páginas de este Corán bilingüe árabe-inglés bellamente producido y presentado, con una amplia introducción y un tesoro de información académica de fondo, hábilmente puesta para los estudiantes, hay una larga sinopsis anotada de la historia del Corán en inglés que destaca casi cuarenta esfuerzos a partir de 1734 E. C.[2]
En la “interpretación moderna fraseada” del Dr. Hammad, se destaca el uso de discretos corchetes para encerrar el contenido elíptico, es decir, suministrar por separado un significado destinado a ser comprendido, pero no representado abiertamente en la redacción árabe, a fin de que sea capturado en una forma literal palabra por palabra.
Un ejemplo del pasaje modernamente fraseado en sura “La vaca”, versos 2-5, tomado de la traducción al español de Mouheddine y Sánchez, ilustra cómo el significado elíptico está encerrado entre corchetes −y aquí puesto en negro también−, y se incorpora dentro del texto literal −aquí en rojo− para formar un texto que fluye suavemente, transportando el importe total de las aleyas dentro de su contexto específico:
{Este Libro [el Corán], del cual no hay duda [que sea la Verdad proveniente de Allah], es una guía para los piadosos; aquellos que creen en lo oculto [lo que no han visto: Allah, los Ángeles, los Libros Sagrados revelados anteriormente, los profetas predecesores, el Día de la Resurrección y el Designio Divino], practican la oración prescrita y dan en caridad parte de lo que Allah les ha proveído, creen en lo que te ha sido revelado [¡Oh, Muhammad!] y en lo que fue revelado anteriormente, y están convencidos de la existencia de la otra vida. Esos son quienes siguen la guía de tu Señor y quienes triunfarán.}
Después de haberse sumergido en una visión general del Corán y estar listo para un estudio, aleya por aleya, enfocándose en palabras, frases y referencias cruzadas a aleyas relacionadas o similares, uno puede considerar la publicación de Harper One de The Study Quran (2015), compilado por un equipo de investigadores bajo la supervisión del Dr. Seyyed Hossein Nasr, editor en jefe[3].
La redacción de su traducción no buscaba tanto ser un texto fluido en inglés, sino un marco básico sobre el cual colgar diversas interpretaciones, incluso las más divergentes, y dejar en claro cómo todas ellas podían haber sido derivadas del mismo texto árabe. El equipo de Nasr evaluó la literatura de comentario (tafsir) de una representación amplia de estudiosos islámicos tradicionales −41 exégetas listados y ampliamente referenciados−. La gama de comentarios de tafsir y de interpretaciones se resume y se discute bajo el texto equivalente en inglés en la misma página.
Lo ideal es que todo musulmán mantenga al menos una conexión mínima con el texto árabe, incluyendo cómo leer apropiadamente las aleyas coránicas (tayuid) y un reconocimiento efectivo de vocabulario coránico recurrente[4]. Para aprender correctamente el tayuid del Corán es indispensable un profesor calificado.
Para un estudio más profundo del Corán en español, recomiendo Tafsir del Corán Al Qurtubi en 10 volúmenes, disponible en https://islamhouse.com/es/books/344724/
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[1] La traducción del Corán de N. J. Dawood, que se creía que fue la traducción mejor vendida en todos los tiempos, en su primera edición de 1956 fue impresa con las suras reordenadas según su presunto orden cronológico.
[2] Un trabajo similar que abarca los esfuerzos de traducción del Corán al idioma español se encuentra en https://islamhouse.com/es/books/2776234/
[3] The Study Quran fue encargado y diseñado para ser paralelo a la prestigiosa HarperCollins Study Bible, 2006, publicada por el mismo editor corporativo.
[4] La atracción inimitable del Corán árabe hacia los árabes, depende más de la tranquila pero asombrosa gimnasia fonológica y gramatical que de un enorme diccionario de vocabulario académico. Sin embargo, los eruditos han estudiado ocurrencias raras y palabras “prestadas” de otros idiomas, e incluso las influencias de los dialectos árabes son registradas por los primeros eruditos, cuyo prodigioso trabajo académico ha asegurado la preservación del significado del léxico (diccionario) original del Corán. De hecho, algo así como unas 1.700 raíces de verbos y sustantivos −más el conjunto limitado de pronombres, preposiciones y conjunciones− es la base de esta obra maestra de la literatura árabe.
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