Shaitan nos pone trampas en cada esquina. La mayoría de dichas trampas comienzan con patrones de pensamiento que pueden conducir, y a menudo lo logran, a acciones desastrosas. Es el juego del Shaitan: si él logra hacernos pensar de cierta manera, puede llevarnos a actuar de cierta forma. Entonces, estaremos atrapados en un ciclo, establecido en nuestro patrón de pensamiento.
Un patrón de pensamiento peligroso es que somos de quien provenimos. A veces eso significa que somos mejores que otros porque venimos de personas piadosas, o que somos menos que otros porque venimos de criminales. Sin embargo, si miramos los ejemplos de los profetas, podemos desaprender esos patrones de pensamiento. Aprendemos en el Corán y en las historias de los profetas, que el Islam no tiene lugar para las actitudes autodestructivas, y tampoco deja espacio a privilegios.
Lección de Abraham
“¿Qué se puede esperar de alguien que viene de un miserable remolque?” o “provengo de una familia de criminales, así que perdóname si no doy la talla”. Esas son algunas de las cosas que escucho con frecuencia de los conversos.
A menudo, aquellos de nosotros que llegamos al Islam por medio de la búsqueda en lugar de la familia, traemos en nuestro equipaje algunas de nuestras viejas creencias. No tenemos la intención de ello, pero algunos residuos de nuestra antigua fe quedan atrapados en nuestro subconsciente. Una cosa que muchos conversos traen consigo es la sensación de culpa que el cristianismo les implantó en la mente. Esta proviene de la idea del pecado original[1], y de que todos somos culpables incluso antes de haber tenido cualquier oportunidad.
Sin embargo, es importante para los musulmanes conversos enfrentar este pensamiento y dejarlo atrás cuando llegamos al Islam. Es importante saber que, en marcado contraste con el cristianismo, que sostiene que todo mundo es responsable del pecado de Adán y Eva y carga con él, el mensaje del Islam es el de la responsabilidad individual.
El Islam nos enseña que somos responsables solo de nuestros propios actos. Tendremos que rendir cuentas de nuestra propia justicia o iniquidad. El Islam enseña la igualdad de oportunidades, y que todos podemos ser mejores que nuestros antepasados, incluso aunque estos hayan sido lo peor de la humanidad.
La vida del Profeta Abraham (la paz sea con él) nos enseña ese mensaje. Abraham es considerado el Jalil (amigo cercano y querido) de Al‑lah, y uno de los profetas más destacados.
{¿Quién practica una religión mejor que aquel que entrega su voluntad a Dios, hace el bien y sigue la creencia monoteísta de Abraham? Dios tomó a Abraham como uno de Sus siervos más amados} [Corán 4:125].
Pero Abraham no provenía de lo mejor de la gente. Según el libro Historias de los profetas de Ibn Kazir[2]: “En esa época algunas personas adoraban ídolos de piedra y de madera, otros adoraban los planetas, las estrellas, la Luna y el Sol, y otros adoraban a sus reyes y gobernantes. Abraham nació en esa atmósfera, dentro de una familia típica de esa época ancestral. La cabeza de la familia ni siquiera era un idólatra ordinario, sino alguien que rechazaba por completo a Al-lah y que solía hacer ídolos con sus propias manos.
Pero este linaje y esta crianza no afectaron la grandeza de Abraham a los ojos de Al‑lah. Desde temprana edad, Abraham vio la inutilidad de adorar ídolos o cualquier parte de la creación. A pesar de ser la única persona que rechazaba los ídolos, buscó la verdad de Al‑lah, y debido a ello Abraham fue guiado hacia el Tawhid (monoteísmo puro) y Al‑lah le concedió sabiduría. A pesar de dónde provenía, Abraham llegó a ser el Padre de los profetas.
Lección de Noé
“Mi familia proviene del linaje del Profeta, entonces, ¿qué daño puede hacer un sorbo de whiskey?”, o “Mi abuelo era un gran erudito islámico, así que estoy seguro que podrá interceder por mí si falto a una oración o dos”. Estas son algunas de las observaciones que hemos escuchado de algunas personas que fueron criadas en familias musulmanas.
A menudo, aquellos de nosotros que llegamos al Islam por parte de la familia en lugar de la búsqueda personal, traemos en nuestro equipaje parte de nuestra cultura heredada. No es nuestra intención, peso es un residuo de nuestras contradicciones culturales atascadas en nuestro subconsciente. Una cosa que muchos musulmanes criados traen con ellos a su fe es una sensación de seguridad por su linaje impresa en su mente. Esto proviene de la idea de wasila[3] (intercesión), y de que estaremos a salvo de nuestros propios pecados gracias a la gente recta de la que provenimos.
Sin embargo, es importante para los musulmanes criados enfrentar este pensamiento y dejarlo atrás cuando logremos comprender mejor nuestra fe. Es importante saber que, en marcado contraste con la idea cultural de wasila, que sostiene que la consanguinidad es suficiente, el mensaje del Islam es uno de responsabilidad personal, en el que la wasila es solo a través de seguir al Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) y por la voluntad de Al‑lah. El Islam enseña la igualdad de oportunidades y que podemos ser peores que nuestros antepasados, aunque hayan sido los mejores de la humanidad.
No tenemos garantizada la complacencia de Al‑lah aún si nuestros ancestros estuvieron entre los más virtuosos. La historia de Noé (la paz sea con él) nos enseña esta lección.
Noé pasó 950 años convocando a su pueblo a la adoración del Único Dios Verdadero. Pero, a pesar de sus esfuerzos y la firmeza de su vocación, pocos lo siguieron. Él fue increíblemente paciente de cara a este reto y, a pesar de todo, estaba agradecido. Al‑lah llamó a Noé Su siervo agradecido.
En el Día del Juicio la gente acudirá a Noé y le dirá: “¡Oh, Noé! Tú eres el primero de los mensajeros enviado a la Tierra, y Dios te llamó siervo agradecido” (Bujari).
Pero, a pesar de haber sido un honrado y distinguido Mensajero de Al‑lah, y de haber sido denominado “agradecido” por Al‑lah, eso no fue suficiente para salvar al hijo de Noé.
{Noé llamó a su hijo que se encontraba en un lugar apartado: “¡Oh, hijito mío! Sube al arca con nosotros y no te cuentes entre los que se niegan a creer.” Dijo [su hijo]: “Me refugiaré en una montaña que me protegerá de las aguas”. Dijo [Noé]: “Hoy no habrá nada que pueda protegerlos del mandato de Dios, y solo se salvará aquel a quien Dios le tenga misericordia”; entonces las olas se interpusieron entre ambos, y [su hijo] se contó entre los ahogados} [Corán 11:42-43].
Ibn Kazir explica: “El hijo [de Noé] era un incrédulo y fue muerto en el diluvio […] Noé le preguntó a Al‑lah: ‘Prometiste salvar a mi familia, mi hijo ahogado era parte de ella’. Al‑lah le respondió diciéndole que su hijo ahogado no fue contado entre sus familiares sobrevivientes, como le dijo: {Y embarca a tu familia, salvo a quienes el decreto [de la inundación] los haya condenado} [Corán 23:27].
Así, su hijo estaba entre aquellos contra quienes la palabra de Al‑lah pasó, y se ahogó debido a su incredulidad.
El hijo de Noé es un ejemplo excelente para quienes se sienten libres de castigo, pero no podrán ser salvados por sus parientes virtuosos.
Cada uno de nosotros tiene la oportunidad, mientras esté con vida, de hacer algo de sí mismo ante los ojos de Al‑lah. Esta oportunidad es todo lo que tenemos, y de quién venimos, sea bueno o malo, no tiene nada que ver. De quién venimos nos puede hacer las cosas más fáciles o más difíciles (dependiendo del ejemplo que nos dieron nuestros padres y de su aceptación de nuestra decisión de ser musulmanes); pero, fácil o difícil, tenemos la oportunidad de elegir los mejores ejemplos y de hacer lo que Al‑lah ama.
No importa que el Shaitan o nuestra familia o incluso la sociedad que nos rodea nos diga quiénes somos o quiénes debemos ser, tenemos la posibilidad de ser grandes ante los ojos de Al‑lah si seguimos los ejemplos de quienes Él ha enviado con sabiduría y verdad.
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[1] http://es.catholic.net/op/articulos/7197/cat/872/pecado-original.html
[2] Ibn Kazir Ismail Ibn ‘Umar. Historias de los profetas: la paz sea con ellos. Riad: Darussalam, 1999.
[3]http://askshaikh.com/index.php?option=com_content&view=article&id=76:what-really-is-waseela&catid=5:category
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