Un corazón tranquilo supera la depresión y el pecado (parte 2 de 3)

“… En el cuerpo hay un músculo que, si está sano, todo el cuerpo estará sano, y si está corrupto, todo el cuerpo estará corrupto. Ese es el corazón” (Bujari, Múslim, Ibn Máyah).

¿Qué es el nafs?

Lo que ha sido denominado como nafs aquí, es el aspecto del ser humano que está asociado con la supervivencia y la satisfacción de las necesidades; en otras palabras, el instinto de supervivencia. Está asociado con el cuerpo, que es el recipiente de nuestra existencia espiritual. El nafs no es malo por naturaleza, más bien es, como lo llama Al Gazali, “el alma animal dentro del humano”. Sólo cuando se deja sin el control de una autoridad moral mayor se comporta como una bestia indomable. Al-lah, el más Sabio, lo ha creado dentro de nosotros por una buena razón: busca sobrevivir y satisfacer las necesidades básicas de la vida mundana. Pero el hecho de que los seres humanos sean capaces de reconocer y controlar el funcionamiento de este instinto animal (y preocuparse por lo que es moralmente correcto o incorrecto), indica que debe haber un aspecto superior en nosotros mismos. Esta autoridad superior es el qalb.

El Corán menciona tres clases de nafs:

  • El nafs desenfrenado o maligno (alamara bi al sú), este es el estado natural del nafs humano, que se entrega a los deseos básicos (llamado también alma animal).
  • El nafs culpable (al lawama), que está bajo la guía y la disciplina del qalb, y lamenta sus malas acciones.
  • El nafs dichoso (al mutmá inah), que, como resultado de la adoración, la disciplina y la sumisión a Al-lah, ha alcanzado la armonía con el corazón sano (ya no hay más tensión dentro de esa persona, solo paz y bienaventuranza).

La lucha contra el nafs

El nafs, el ser más bajo, lucha continuamente contra nuestro qalb o corazón, y ―dependiendo de cuál alimentemos más, a cuál fortalezcamos y enriquezcamos― uno de los dos se hace más fuerte. Toda obra que hacemos y toda decisión moral que tomamos, fortalece nuestro nafs y enferma nuestro corazón, o viceversa.

Para entender cómo se domestica y controla el nafs, piensa en cómo los entrenadores de circo entrenan a sus bestias salvajes. Los animales son mantenidos hambrientos a veces, castigados por comportamientos indeseables y recompensados con comida por un rendimiento deseable. Un entrenador puede incluso meter su cabeza en las fauces de un león debidamente entrenado, pero jamás puede hacer caso omiso de la bestia: la naturaleza de la bestia no cambia, y existe la posibilidad de que se desate y cause estragos.

El entrenamiento y la domesticación del alma animal en nuestro interior, el nafs, es similar. Esta es, precisamente, la sabiduría de ayunar. De hecho, la palabra saum era usada por los árabes, antes del Islam, para referirse a la “inanición” (alimentación controlada) de los caballos de guerra, a fin de que estuvieran entrenados para desempeñarse mejor durante las batallas. El ayuno es la “inanición” de nuestra alma animal para que sea domesticada, y para que nuestro qalb ―o, lo que llama el Imam Al Gazali, el “alma angélica”― se haga fuerte y se nutra.

El corazón dichoso

Al-lah menciona tres clases de qalb en el Corán:

  • El corazón sano y dichoso.
  • El corazón enfermo o manchado.
  • El corazón muerto o sellado.

Ahora podemos resolver el misterio de la verdadera felicidad en este mundo: es la felicidad de nuestros corazones, la dicha espiritual lo que realmente buscamos, mientras que la satisfacción del cuerpo es solo un medio.

La gratificación del cuerpo (o del nafs) siempre debe ser mantenida bajo la supervisión estricta del corazón, ya que si la dicha espiritual del corazón se sacrifica por el placer a corto plazo del cuerpo, tanto el cuerpo como el alma sufrirán.

Un corazón sano está en estado de bienaventuranza y paz si ―y solo si― Al-lah está complacido con él. Acerca de los creyentes afortunados que poseen tal corazón, dice Al-lah: {Ellos recibirán como recompensa de su Señor Jardines del Edén por donde corren ríos, en los que estarán eternamente. Dios estará complacido con ellos y ellos lo estarán con Él. Esto es lo que aguarda a quienes hayan tenido temor de Dios} [Corán 98:8].

Esta dicha última es por lo que todos los seres humanos deberíamos competir.

{¡Que se esfuercen por alcanzarla los aspirantes!} [Corán 83:26].

En el Día Final, Al-lah llamará a esas almas, con mucho amor, a Su compañía especial: {¡Oh, alma que estás en paz con tu Señor! Vuelve a la vera de tu Señor complacida, porque Dios está complacido contigo} [Corán 89:27-30].

Cómo se oxida el corazón (qalb) y el nafs se malogra

Dice Al-lah: {Sus corazones están duros, llenos de herrumbre, debido a los pecados que cometieron} [Corán 83:14].

El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: “Las pruebas se le presentan al corazón poco a poco. Si el corazón falla y cae en un pecado, un punto negro aparece en él. Si la persona se arrepiente y enmienda su camino, el punto es limpiado del corazón. Pero si sigue pecando, el punto crecerá hasta que cubra todo el corazón” (Tirmidhi).

La aleya y el hadiz anteriores dicen algo muy significativo acerca del efecto de los pecados sobre el corazón humano. Todos lo sabemos, pero a menudo no prestamos atención al efecto de nuestros actos en nuestros corazones. Cualquier acto bueno o malo tiene consecuencias, pero ninguna consecuencia es más inmediata y duradera que su efecto en nuestros corazones.

Cometer un pecado, por ejemplo, no es como desperdiciar dinero en un mal producto, sino más bien es como perder todo el capital que invertiste en tu negocio para hacer más dinero, o como ser degradado en tu trabajo y, por lo tanto, perder parte de tu salario de manera permanente. El daño hecho a la oficina central es mucho más costoso que el daño limitado a una sucursal. El peor daño que causan nuestros pecados es, por lo tanto, su efecto sobre nuestros corazones, que pueden “oxidarse” y “endurecerse” como resultado, facilitándose así la comisión de más pecados.

Otro tipo de problema con el corazón es la enfermedad. La hipocresía ha sido presentada en el Corán como una enfermedad del corazón: {Sus corazones tienen una enfermedad y [por su actitud] Dios agrava aún más su enfermedad. Sufrirán un castigo doloroso por haber mentido} [Corán 2:10].

Un erudito explicó esta relación usando la analogía del ojo y la lente: El corazón es como el ojo que es el dispositivo para recibir la luz y ver las cosas. El corazón ha sido diseñado por su Creador para querer recibir la Luz de Al-lah. No encuentra paz excepto cuando recibe esa luz divina. El nafs es como una lente a través de la cual pasa la luz: si la lente está sucia o manchada, el ojo verá poca o ninguna luz, o no verá los objetos con sus verdaderos colores.

Los corazones muertos o sellados

El corazón puede morir por completo debido al pecado continuo o debido al rechazo obstinado del mensaje de Al-lah. Dichos corazones son descritos por Al-lah así:

  • {A los que niegan la verdad les da lo mismo que les adviertas o no, no creerán. Dios ha sellado sus corazones y sus oídos, sobre sus ojos hay un velo y recibirán un castigo terrible [en el Infierno]} [Corán 2:6-7].
  • {Así es como Dios sella el corazón de todo arrogante, opresor} [Corán 40:35].

Superar la depresión

Debemos distinguir entre el dolor que una persona siente inmediatamente cuando la golpea una calamidad y, por otra parte, la depresión o el desespero que resultan de perder la esperanza en que las cosas mejoren, o de darse por vencido perdiendo la fe en Al-lah o siendo negativo con respecto a la vida en general.

Un creyente sabe que todas las calamidades juntas no pueden igualar la pérdida de una onza en la escala eterna del Más Allá; y por ello, tan pronto como el creyente afligido recupera la compostura y se reconecta con Al-lah, su esperanza se regenera y la fe aumenta. En otras palabras, el problema no es la pena que uno siente al perder a un ser querido, sino la pérdida de la esperanza.

Uno todavía puede lamentarse por la pérdida de un hijo amado, mientras espera y sabe que Dios lo ayudará. El dolor del Profeta Yacub (Jacob) por la pérdida de Yusuf (José) es un ejemplo de una aflicción profunda de un Profeta temeroso de Dios, que jamás perdió la esperanza en la misericordia de Dios.

Pero la depresión es un asunto diferente: es una angustia de bajo nivel y largo plazo, de una naturaleza desconocida y difusa, que resulta de la acumulación de una serie de ansiedades o temores no tratados. Siempre es el resultado de un qalb debilitado, debido a la falta de recordar a Al-lah y de la autoevaluación, lo que finalmente conduce a conversaciones negativas del nafs. Dichas conversaciones negativas del nafs o “hadizu an-nafs”, ocurren siempre que estamos en un estado de descuido (gafla) o siempre que nuestros corazones están oxidados o manchados. Y, sabemos por la aleya 83:14 y por el hadiz ya mencionado, que los corazones se “oxidan” o son superados por la enfermedad como resultado de los pecados.

Algunos eruditos han dicho: “Muéstrame a un creyente en apuros, y te mostraré uno que ha cometido pecados por los cuales aún no se ha arrepentido”.

El Imam Ibnu Al Yauzi relató que una vez él se sintió muy deprimido por la perspectiva de tener que pagar un gran préstamo en el que había incurrido. Siendo conocedor de los secretos internos, se dio cuenta de inmediato que esa depresión o ansiedad no era normal, sino que era el resultado de algunos pecados que había cometido y por los que no se había arrepentido. Así que comenzó a pensar y a buscar en su pasado, pecados de los que se había olvidado. Finalmente, recordó un pecado que había cometido hacía cuarenta años y por el que nunca había buscado arrepentimiento. De inmediato, se arrodilló y se arrepintió con sinceridad. Tan pronto como hizo eso, se dio cuenta de que su angustia y su depresión habían desaparecido, aunque no así su préstamo.

Por lo tanto, la tauba sincera y profunda ―entendida como un regreso completo a Al-lah en amor y arrepentimiento, por un lado, y con esperanza y promesa, por el otro― es el primer paso para recuperarse de la depresión. A diferencia de Ibnu Al Yauzi, es probable que encontremos toneladas de pecados cometidos, y períodos diarios de descuido, por lo que debemos reconocer, aún con más convicción, que la misericordia de Al-lah es mayor que nuestros pecados.

Dice Al-lah: {Di: “¡Oh, siervos míos que están sumidos en el pecado [perjudicándose a sí mismos]! No desesperen de la misericordia de Dios. Dios tiene poder para perdonar todos los pecados. Él es el Perdonador, el Misericordioso. Arrepiéntanse ante su Señor y sométanse a Él como musulmanes, antes de que los sorprenda el castigo, y entonces no sean socorridos} [Corán 39:53-54].

Continúa en la tercera parte…