En la primera y segunda parte, diferenciamos, definimos y caracterizamos el nafs (el ego) del qalb (el corazón) tal y como son referidos en el Corán y en los dichos del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él). Miramos el rol que juegan en alcanzar la tranquilidad, como consecuencia de complacer al Al-lah, versus su rol de desencadenantes de depresión y su interacción en la búsqueda del perdón de los pecados (tauba) y, como consecuencia, el retorno a un estado sano y bendito.
La “alquimia” de la felicidad
El Imam Al Ghazali comienza su famoso tratado sobre la naturaleza de la felicidad, “La alquimia de la felicidad”, citando este profundo adagio: “Aquel que se conoce a sí mismo, conoce a Dios”. (Esto no es un hadiz, pero fue erróneamente citado por Al Ghazali como tal. Sin embargo, contiene una profunda verdad.)
La máxima bendición, nos dice, viene de buscar cuatro tipos de conocimiento: el conocimiento de sí mismo, de Dios, de la realidad de este mundo, y de la realidad de próximo mundo. Al Ghazali emplea profundas alegorías y parábolas para explicar la realidad del mundo espiritual. Altamente instructiva en este tratado es la elaboración de la naturaleza del alma humana. Debe notarse que utiliza los términos “corazón” (qalb) y alma (ruh) de manera indistinta.
Lo que sigue a continuación es un resumen de algunas de sus percepciones sobre la naturaleza del alma y de la existencia espiritual.
- El “corazón” (o alma) hace referencia a una entidad espiritual y gobierna todas las demás facultades humanas, perteneciendo a un mundo espiritual, y no puede satisfacerse excepto cuando se impregna de conocimiento y amor por Al-lah.
El primer paso hacia el autoconocimiento es saber que se está compuesto de una forma externa, llamada cuerpo, y de una entidad interior llamada el corazón. Por “corazón” no nos referimos al pedazo de carne situado ligeramente a la izquierda de nuestros cuerpos, sino a aquello que emplea todas las demás facultades como instrumentos a su servicio. En realidad, no pertenece al mundo visible, sino al invisible, y ha venido a este mundo como un viajero que visita un país extranjero en búsqueda de mercancía y está próximo a retornar a su tierra natal. Es el conocimiento de esta entidad y sus atributos lo que componen la clave del conocimiento de Al-lah.
- Una parábola.
Para llevar a cabo esta guerra espiritual mediante la cual se obtiene el conocimiento de uno mismo y de Al-lah, el cuerpo puede ser considerado como un reino, el corazón/alma como su rey, y los diferentes sentidos y facultades como un ejército. La razón puede ser llamada el visir o el primer ministro, la pasión (nafs) el recaudador de ingresos, y la ira el oficial de policía.
Bajo el pretexto de recaudar ingresos, la pasión es siempre propensa al saqueo por cuenta propia, mientras que el resentimiento siempre está inclinado a la dureza y la severidad extrema. Ambas, el recaudador de ingresos y oficial de policía, deben mantenerse bajo la debida subordinación del rey, pero no matándose y extirpándose, puesto que tienen sus propias funciones por cumplir.
Sin embargo, si la pasión o la ira dominan a la razón, entonces la ruina del alma sobreviene inevitablemente… el objetivo de la disciplina moral es purificar el corazón del óxido de la pasión y de la ira, hasta que, como un espejo transparente, refleje la luz de Al-lah.
- El conocimiento de las realidades espirituales se adquiere progresivamente a través de la adoración y la disciplina.
Un conocimiento filosófico exacto del alma no es un prerrequisito para empezar a caminar en el camino de la religión, sino que más bien es el resultado de la autodisciplina y la perseverancia en el camino, como está dicho en el Corán: {A quienes se esfuercen por Mi causa ciertamente los guiaré por Mis caminos} [Corán 29:69].
- Los corazones son como espejos que reflejan la luz de Dios, a no ser que estén manchados con el óxido de los deseos (shahawat) del nafs.
Cada ser humano ha escuchado en las profundidades de su consciencia la pregunta: “¿Acaso no soy tu Señor?”, y ha respondido “Sí” a ello. Pero algunos corazones son como espejos tan manchados de óxido y mugre que no dan reflejos claros; mientras que aquellos de los profetas y de la gente piadosa, aunque son hombres y mujeres con pasiones como nosotros, son extremadamente sensibles a todas las impresiones de lo divino.
Esta parábola nos recuerda el verso coránico: {Dios es la luz de los cielos y de la Tierra. Su luz es como [la que surge de] una hornacina en la cual hay una lámpara dentro de un recipiente de vidrio, tan brillante como un astro resplandeciente. La lámpara se enciende con el aceite de un árbol bendito de olivo, procedente de una zona central entre oriente y occidente, cuyo aceite por poco alumbra sin haber sido tocado por el fuego: Es luz sobre luz. Dios guía hacia Su luz a quien Él quiere, y expone ejemplos para que la gente recapacite. Él lo sabe todo} [Corán 24:35].
Ubay Ibn Kab, uno de los más grandes conocedores del Corán y compañero del Mensajero, interpretó que el lugar de esta luz de Al-lah es el corazón del verdadero creyente (registrado por Ibn Kazir).
- La máxima bendición de nuestro corazón, o alma, es el conocimiento y amor por Al-lah.
Cualquiera que indague en el tema verá que la felicidad está necesariamente ligada al conocimiento de Dios. Cada una de nuestras facultades se deleita en aquello para lo que fue creada: la lujuria se deleita en satisfacer el deseo, la ira en tomar venganza, el ojo en ver objetos hermosos y el oído en escuchar sonidos armoniosos.
La más elevada función del alma del ser humano es la percepción de la verdad; en concordancia con esto, encuentra su especial deleite. Incluso en aspectos frívolos, como por ejemplo aprender a jugar ajedrez, este principio aplica. Y cuanto más elevado sea el tema en relación al conocimiento adquirido, mayor será el deleite.
Un astrónomo que puede, por su conocimiento, hacer un mapa de las estrellas y describir su trayecto, extrae más placer de su conocimiento de lo que puede hacerlo un jugador de ajedrez con el suyo.
Viendo entonces que nada está más elevado que Al-lah, ¡cuán grandioso debe de ser el deleite que se deriva de Su verdadero conocimiento!
Cómo alcanzar la felicidad
Por lo que podemos inferir de la discusión anterior, la estrategia básica para alcanzar la felicidad verdadera es:
- Domar y controlar nuestro nafs (alma salvaje) reconociendo y oponiéndonos a sus deseos, a través del castigo y la recompensa.
- Fortalecer nuestro qalb, reconociendo sus solicitudes a través de la contemplación y nutriéndolo con el recuerdo de Al-lah, y leyendo el Libro de Al-lah.
- Hablando en términos prácticos, necesitamos comprometernos con este esfuerzo de dos maneras:
- Con nuestra rutina de “mantenimiento” y,
- Nuestra respuesta en ocasiones especiales, tales como cuando se presenta una alegría o pena excesivas.
Rutina de mantenimiento
- Separe un tiempo para la recitación y contemplación cotidiana del Corán. Se puede empezar con tan poco como media hora al día, cronometrándose para leer la mitad del tiempo y reflexionar la mitad restante. En tiempos benditos especiales como por ejemplo Ramadán, estos periodos de duración deben por supuesto incrementarse, pero incluso después de Ramadán, por lo menos un mínimo de tiempo debe dedicarse a esto.
- Dedique cotidianamente un tiempo para los adhkar (súplicas enseñadas por el Profeta). Además de los adhkar habituales después de cada oración, es en extremo benéfico dedicar un tiempo para recitar conjuntos de adhkar recomendados por el Mensajero de Al-lah.
- Dedique un tiempo para hacer muraqaba (autoevaluación) cotidiana y tauba (arrepentimiento). Esto debería consistir no sólo en las oraciones estándar y en los versos recomendados arriba, sino también en una conversación personal, íntima y cándida con tu Señor, reconociendo Sus bendiciones, nuestras falencias, reafirmando nuestro compromiso, y pidiendo todos nuestros mejores deseos y anhelos.
- Leer libros, artículos y escuchar conferencias de sabios que se enfoquen en este aspecto. Evitar literatura y charlas polémicas o que generen dudas, y enfocarse primero en lo que es beneficioso para la fe del corazón.
- Oponerse conscientemente a las excesivas demandas del nafs, incluso en cosas permitidas, como por ejemplo el exceso de comida, de sueño u otras formas de entretenimiento permitido. Y ciertamente evitar formas de entretenimiento de dudosa naturaleza.
- Ayuno voluntario y Qiyam Al Lail, incluso en tiempos distintos al bendito mes de Ramadán.
Ocasiones especiales
- Cuando enfrentes calamidades, no permitas que tu nafs sea reactivo. El nafs reaccionan con ira, frustración, venganza, o con la pérdida de fe en Al-lah. Mira dentro de tu corazón, en su confianza depositada en Al-lah, y recuerda que toda pérdida es pequeña comparada con el máximo y eterno éxito junto con Al-lah, y ese éxito puede garantizarse con paciencia (sabr). Nunca podré olvidar un caso semejante de paciente confianza en Al-lah del cual fui testigo en mi propia familia. Cuando era niño, una de mis primas mayores, casada con un pobre hombre y con seis niños pequeños, enviudó. No tenía ahorros de ningún tipo y ningún proyecto de cómo criar a tantos niños. Como mujer joven, su vida no sólo había terminado, sino que además parecía que sólo fuera a ser de una infinita miseria y humillación. Naturalmente, ella estaba devastada con los acontecimientos. En ese momento, mi abuela, una mujer temerosa de Dios, le dijo que se levantara y que rezara dos rakas de salah, agradeciéndole a Al-lah lo que Él le había dado. Para mi sorpresa, dejando de llorar, ella se levantó y realizó el salah y agradeció a Al-lah. Nunca vi un ejemplo tan real de paciencia y confianza en Al-lah. Cada vez que pienso en paciencia, pienso en esta mujer, y esto hace que mis propios problemas parezcan mucho más pequeños y la paciencia mucho más fácil.
- En la dificultad, obsérvate a ti mismo y tus propias debilidades en vez de acusar a otros, perder la esperanza o explotar en ira. Cuando te sientas herido, desesperado o deprimido, recuerda que ese estado es el resultado de nuestra desconexión con Al-lah, de alguna enfermedad del corazón sin tratamiento o de pecados de los que no nos hemos arrepentido. Agradezcamos internamente a Al-lah por recordarnos nuestras debilidades y preparémonos para autoevaluarnos y hacer tauba.
- Cuando el qalb y el nafs están bajo tensión, es mejor asociarse con el primero y no con el último. En otras palabras, en vez de pensar: “Realmente quiero saltarme la oración de este momento, pero eso que tengo dentro no me dejará hacerlo”, piensa: “Mis nafs quieren que me salte la oración de este momento, pero yo (mi corazón) no dejaré que eso ocurra”.
- Nutre tu qalb en buenos tiempos, esto lo protegerá en los malos tiempos. Por ejemplo, hacer del agradecimiento a Al-lah una rutina en forma de oraciones de dos rakas o de ayuno de un día, cada vez que algo maravilloso ocurra en tu vida. Cuando lleguen las vacaciones o antes de salir con los amigos para mucha diversión permisible, ofrece dos rakas. Cuando obtengas tus calificaciones finales o recibas una promoción en el trabajo, etc., agradece a Al-lah dando caridad, sin importar cuán pequeña sea. Cuando adquieras algo nuevo y significativo, como un nuevo carro o una nueva casa, agradece proporcionalmente Al-lah con oraciones, ayunos, dando caridad y con otros buenos actos.
- Y lo más importante, pide siempre a Al-lah que proteja tu qalb y que no permita que tu nafs siga sus propios deseos ni por un solo momento. Supliquemos como el Profeta de Al-lah solía hacer: “Ya muqal-libal qulub zabbit qalbi ‘ala dinik (Oh, Tú que transformas los corazones, establece mi corazón en Tu din). Al-lahumma la takilni ila nafsi tarfata‘ain(¡Oh, Al-lah! No me abandones a merced de mi nafs ni siquiera por el tiempo de un pestañeo).
En resumen, si te mantienes cerca de Al-lah, Él se mantendrá cerca de ti. Doma tu nafs a través de la purificación del qalb. Busca la complacencia de Al-lah y Él te dará tranquilidad. Autorregúlate y busca Su perdón, y así encontrarás tu máxima bendición en Él.
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