Feminismo e Islam: Una perspectiva completamente nueva

“O bien eres musulmana o bien eres feminista. No puedes ser las dos cosas”. Los eruditos han dado este veredicto incontables veces en círculos islámicos y halaqas. Este es un parafraseo que se ha enraizado profundamente en mi conciencia a través de los años. Consistentemente llevo una batalla en mi alma para no poner en riesgo mi fe mientras nutro las semillas del feminismo que fueron plantadas en mí desde que tengo memoria. Pero a medida que continúo mi aprendizaje sobre el din y sobre el rol de las mujeres en una sociedad idealmente islámica en contraste con la realidad de vivir un Islam cultural en el cual muchas sociedades han caído sustancialmente, me pregunto si realmente puede haber una nueva perspectiva frente al veredicto sobre la compatibilidad entre el feminismo y el Islam.

Hace más de un siglo, particularmente en Francia y los Países Bajos, inició el movimiento feminista. Se cree que la palabra “feminismo” fue acuñada por el filósofo francés Charles Fourier, y el término fue identificado como un “conjunto de movimientos e ideologías que comparten un objetivo común: definir, establecer y lograr derechos políticos, económicos, culturales, personales y sociales para las mujeres” (Beasley Chris, 1999).

La realidad del feminismo moderno está en gran oposición con cualquier rol social que esté determinado por el género. Es un clamor de igualdad de género a pesar de las diferencias anatómicas claras e inequívocas. Los feministas niegan que cualquier diferencia biológica intrínseca entre hombres y mujeres haga que los primeros sean los proveedores y únicos “cabeza de familia”, y ellas las amas de casa dedicadas a la maternidad. El feminismo proclama la abolición del matrimonio institucional y el sistema tradicional de familia, mientras defiende la libertad sexual femenina sin restricciones.

Desafortunadamente, el mundo musulmán no ha quedado fuera de esto. Un gran número de musulmanas se han unido a esta popular causa, tomando rol activo en incrementar este movimiento. Pero entonces, ¿qué tan práctico y realizable es esto? ¿Y qué tan compatible es con Islam?

Igualdad versus equidad

Para analizar esto claramente se tiene que ser capaz de definir el concepto de igualdad. La palabra “igualdad” connota que se debe tener los mismos derechos, el mismo trato, el mismo valor, etc. que todos los demás de un grupo específico. Es una ecuación en la cual las cantidades de cada lado de un integrante son las mismas que las del otro integrante. Considerando las obvias diferencias anatómicas entre los dos géneros, la idea de igualdad de género se mantiene como vaga.

{Y el hombre no es como la mujer} [Corán 3:36].

El Corán reconoce y afirma que no hay igualdad física ni anatómica entre los dos géneros. Además, no hay ningún verso en el Corán que imponga igualdad entre los dos géneros. Solo hay versos que ordenan equidad y justicia entre hombres y mujeres.

{… pero si temen no ser justos, cásense con una sola (mujer)…} [Corán 4:3].

A diferencia de la igualdad, la equidad implica acciones, trato hacia los demás, o una condición general caracterizada por la justicia y la imparcialidad. Es a esto, y no a la igualdad, a lo que el Islam llama. Proclamar la igualdad entre los dos sexos implica considerar la posibilidad de que los hombres experimenten el embarazo, soporten los dolores del parto y amamanten a sus hijos o que los hombres experimenten naturalmente la menarquia y la menopausia. También puede ser un llamado para que las mujeres practiquen la poliandria y sean capaces de embarazar al género opuesto. Esto va totalmente en contra de la lógica y la razón.

¿Tienen derechos las musulmanas?

Es importante ahondar en la historia preislámica de las mujeres y la posición que tenían alrededor del mundo, incluyendo el mundo árabe. Miles de años atrás, las mujeres eran vistas como seres sin alma propia y, en consecuencia, eran tratadas como tal. Las niñas eran enterradas vivas porque eran causa de vergüenza para sus familias. Las mujeres no tenían derechos a la herencia y eran, de hecho, algo que se heredaba, especialmente por parte de los hijos del padre difunto. Las mujeres no tenían derecho a poseer propiedades puesto que ellas mismas eran vistas como objetos de posesión; no tenían derecho a la educación, pues eran vistas como seres sin alma. No tenían voz propia, ni opinión en sus propios asuntos, y mucho menos en sus hogares ni sociedades, no tenían derecho a formar parte de ningún contrato, y la lista continúa.

El Islam vino para elevar el estatus de feminidad de las mujeres y darles derechos naturales y divinos inalienables, tales como el derecho a la vida, el derecho a la educación, el derecho de libertad de expresión, el derecho a decidir con quién casarse, cuándo casarse y a estipular los términos del contrato matrimonial, el derecho al divorcio, el derecho a la custodia de los niños, el derecho a un trato justo y equitativo, el derecho a poseer propiedades y disponer de ellas, el derecho a ser partícipe de contratos de negocio, el derecho a la independencia financiera, el derecho a trabajar dentro de los estamentos de la Sharía, el derecho a la herencia, por mencionar solo algunos. En términos de adoración y buenas obras, hombres y mujeres tendrán igual recompensa de Al-lah, ninguno será recompensado más que el otro por causa de su género. Todo esto es una muestra de que, por virtud de ser musulmana, se obtiene un convenio ampliamente justo garantizado por Al-lah Mismo. Ninguna otra religión ha protegido los derechos de las mujeres como lo ha hecho el Islam. Nuestros derechos son divinos, no creados por el hombre, y ya están establecidos dentro de la Sharía. En consecuencia, las musulmanas no necesitamos hacer valer nuevos derechos.

Cuando los derechos otorgados por Dios son negados

Pero ¿qué ocurre cuando a pesar de poseer todos los derechos divinos que Al-lah ha garantizado a las musulmanas, la mayoría de las mujeres aún se encuentran atrapadas en la red de prácticas culturalmente matizadas con Islam, donde quedan exentas de cada uno de los derechos que poseen? ¿Se les permite a las musulmanas levantarse y pedir sus derechos, divinamente otorgados, como seres humanos? Si sí, ¿Esto las hace feministas?

La respuesta a esta pregunta es bastante esquiva. La opresión que sufren las musulmanas, especialmente en los países de mayoría musulmana, ha abierto el camino para un discurso intelectual sobre la legalidad o ilegalidad de dicha amenaza. Desafortunadamente, el discurso es con frecuencia acusatorio, culpando al Islam por el abuso, injusticia y opresión que sufren las musulmanas, cuando en realidad se trata de individuos, supuestamente musulmanes (hombres), quienes están tan inmersos en la ignorancia y el extremismo y que confunden sus errados conceptos culturales del Islam y sus consecuentes viles actos con falsas fatwas para justificarlos. ¿Se puede justificar la violencia doméstica, o el rechazo a educar a una niña, en nombre del Islam?

Alrededor de todo el mundo, las musulmanas han tenido que soportar injusticias que las hacen cuestionarse si el Corán las permite y qué tipo de justicia el Corán les garantiza. Como consecuencia, más y más musulmanas se esfuerzan por aprender más sobre el Din y sobre los derechos que les otorga. Están más que felices de ser llamadas activistas por los derechos en lugar de feministas. Sin embargo, se ha convertido en una norma para los susodichos musulmanes (hombres), quienes no creen que las mujeres tengan alguno de estos derechos, tachar a las musulmanas proactivas como feministas, quienes (según ellos) han salido del camino del Islam. La palabra “feminista” tal como se relaciona aquí con las musulmanas puede entonces no tener connotación con el movimiento feminista moderno. Más bien, es como generalmente se emplea para hacer referencia a las musulmanas que defienden sus derechos otorgados por Dios en la Sharía.

“¡Oh, siervos míos! He hecho la opresión ilegal para Mí e ilegal para ustedes; entonces, no practiquen la opresión los unos con los otros” (Hadiz Qudsi, Muslim)

En el Islam se ordena no oprimir y no dejarse oprimir. Entonces, ciertamente no está mal que una musulmana se levante y afirme que tiene derecho a recibir educación o a poseer propiedades o a escoger con quién casarse. Y si lo hace y termina siendo rotulada como feminista, ¿esto la hace realmente una feminista, aunque de buena gana ella acepte dicho título?