Introducción
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
Tener dificultades es una experiencia inevitable en la vida. Todos nosotros encontraremos dolor, pérdida, temor, ansiedad, tristeza y pena en algún punto de nuestro viaje hacia el Más Allá. El Islam nos equipa con los recursos espirituales para poder superar cualquier prueba en este mundo. Es importante aprovechar dichos recursos siempre que nos enfrentemos a la adversidad, de modo que respondamos con el tipo de “paciencia profunda” practicada por el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y los profetas anteriores a él.
La teología del Islam y el contenido de sus sagradas escrituras, el Corán y el Hadiz auténtico, contienen lo que los psicólogos denominan “cogniciones o patrones de pensamiento beneficiosos”, que conducen al bienestar y la buena salud mental del creyente. Estas cogniciones incluso han sido integradas a la psicoterapia y la consejería, específicamente para los musulmanes[1]. El Islam nos proporciona una cosmovisión que considera que la creación es una morada temporal de pruebas, en la que Al-lah pone a Sus siervos a prueba a fin de que regresen a la fe cuando la olvidan, expíen sus pecados, y para sacar a relucir lo mejor en ellos. Todo lo que le ocurre a un creyente en esta vida es bueno, incluso si resulta aparentemente malo. Si es tiempo de prosperidad, el creyente es recompensado por su gratitud; y si es tiempo de adversidad, el creyente es recompensado por su paciencia. El nivel más elevado de la fe es responder a estas pruebas con “paciencia profunda”, una confianza inquebrantable en Al-lah, sin duda, aprensión ni queja. Este artículo analizará la sabiduría de Al-lah al enviarnos pruebas, el optimismo de los creyentes, y la naturaleza de la paciencia profunda, con cierta guía práctica para adquirir este rasgo noble.
La sabiduría de las pruebas
La vida de este mundo no es el final de la historia, como algunas personas suponen erróneamente. Hay otra vida, una vida eterna e infinitamente más importante después de esta, en la que seremos juzgados por las obras que estamos realizando ahora. El propósito de Al-lah al hacer la creación es darnos la oportunidad de acercarnos a Él a través de buenas obras y actos de adoración.
Al-lah dijo: {Él es Quien creó la muerte y la vida para probarlos y distinguir quién obra mejor. Él es el Poderoso, el Perdonador} [Corán 67:2].
Las pruebas de esta vida se nos presentan en diferentes formas, pueden venir en forma de dolor y sufrimiento para que podamos ser pacientes, pero también en forma de placer y felicidad para que podamos ser agradecidos. Hay dos palabras para “prueba” en el Corán. Primero, al balá, que significa “probar”, que se conoce la realidad de lo que se ha hecho[2]. Segundo, al fitna, que tiene un significado similar, pero más amplio, agregando dimensiones de seducción, tentación, desvío o prueba a través del fuego. Según el lexicógrafo clásico del Corán, Ar-Ráguib Al Isfahani, la palabra significa originalmente “poner oro en el fuego para separar su valor de sus impurezas”. Él agrega que “al fitna es como al balá en que ambas hacen referencia a lo que es dirigido hacia el ser humano, ya sea como prosperidad o como adversidad, pero ambas suelen significar adversidad”[3]. Entonces, ambas palabras tienen el sentido de que Al-lah nos pone a prueba con adversidad o facilidad, para darnos a conocer quiénes somos en realidad. Al igual que un herrero que derrite el oro y la plata en un horno para eliminar su escoria, Al-lah también nos somete a prueba para eliminar nuestros defectos espirituales, de modo que solo queden nuestras mejores cualidades.
Todos los seres humanos pueden notar esta dinámica en sus vidas. Las crisis pueden sacar lo mejor de las personas, así como también pueden sacar lo peor. Los bomberos, por ejemplo, muestran un gran coraje al ponerse en riesgo mientras corren hacia edificios en llamas para salvar a extraños. Si reflexionamos profundamente sobre nuestras propias experiencias, encontraremos que muchas veces pudimos haber estado en una situación difícil, pero finalmente salimos de ella fortalecidos, o al final funcionó mejor de lo que pensábamos. Esa es la naturaleza de las pruebas, son oportunidades de avance.
Al-lah nos promete que, en efecto, seremos juzgados con muchas formas de dificultad. Podríamos perder nuestro trabajo, presenciar la muerte de un ser amado, o sufrir en nuestra salud, todo lo cual provocará una respuesta natural de ansiedad o dolor en nosotros. Estas pruebas sin duda ocurrirán nos guste o no, ya sea que respondamos a ello de manera positiva o negativa.
Al-lah dice: {Los pondremos a prueba con algo de temor, hambre, pérdida de bienes materiales, vidas y frutos, pero albricia a los pacientes. Aquellos que cuando les alcanza una desgracia dicen: “De Dios provenimos y a Él retornaremos [para que nos juzgue por nuestras acciones]”} [Corán 2:155-56].
Y también dice: {¿Acaso piensa la gente que se los dejará decir: “¡Creemos!”, y no van a ser puestos a prueba? Puse a prueba a quienes los precedieron para que Dios hiciera evidente quiénes son los sinceros y quiénes los mentirosos} [Corán 29:2-3].
El erudito clásico, Iz Ad-Din Ibn Abd As-Salam, escribió un breve tratado sobre la sabiduría de las pruebas, titulado Al fitan wal balaya wal mihán wal razaya (Tribulaciones, pruebas, infortunios y calamidades). Detalló diecisiete bendiciones derivadas de las pruebas, incluyendo:
- Darnos cuenta del poder de Al-lah sobre nosotros.
- Darnos cuenta de nuestra completa servidumbre a Él.
- Ser sinceros con Él.
- Arrepentirnos ante Él.
- Ser humildes ante Él.
- Ser tolerantes.
- Ser indulgentes.
- Ser pacientes.
- Estar satisfechos con el decreto de Al-lah.
- Ser agradecidos con Al-lah.
- Purificarnos de nuestros pecados.
- Ser compasivos con aquellos que sufren.
- Apreciar nuestras bendiciones y bienestar.
- Tener esperanzas en la recompensa del Más Allá.
- Reconocer las bendiciones ocultas en las pruebas.
- Prevenirnos de la arrogancia, la tiranía y la opresión.
- Estar en estado de satisfacción[4].
A pesar de los muchos beneficios sutiles de las pruebas y tribulaciones, no debemos precipitarnos hacia la adversidad, porque nunca sabemos si podremos manejarla adecuadamente. Cuando la prueba llega inevitablemente, debemos responder a ella con un espíritu optimista, teniendo buenos pensamientos y asumiendo lo mejor de Al-lah, y esforzándonos por obedecer a Al-lah interna y externamente mientras atravesamos estos retos en la vida. Si uno de nosotros pierde su trabajo, debe asumir que Al-lah le cerró esta puerta porque le ha abierto una puerta mejor en el camino. Si uno de nosotros experimenta un declive en su salud, debe asumir que Al-lah le está dando la oportunidad de expiar sus pecados en esta vida en lugar de en el Más Allá. Uno de los mejores patrones de pensamiento a adoptar en este sentido es recordar que todo lo que le sucede a un creyente es bueno, siempre que mantenga la fe.
Todo es bueno para el creyente
No importa lo que nos ocurra en la vida, nuestra creencia sincera en Al-lah es la clave para convertir cualquier situación mala en una buena. Agradecer a Al-lah en tiempos de prosperidad es muy deseable, aunque es más fácil decirlo que hacerlo. Por otra parte, ser paciente por la causa de Al-lah en tiempos de adversidad es la forma de transformar nuestra calamidad externa en una bendición disfrazada.
El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Maravilloso es el caso del creyente, ya que hay bien para él en todos los asuntos, y ese no es el caso de nadie más que del creyente. Si es feliz, agradece a Al-lah y eso es bueno para él. Y si sufre perjuicios, muestra paciencia y eso es bueno para él” (Muslim).
La paciencia y la gratitud son, en realidad, dos caras de la misma moneda, por así decirlo. Por esta razón, Al Gazali dedicó una sección de su obra magna, Ihyá ulum ad-din, a la paciencia y la gratitud[5]. Del mismo modo, Ibn Al Qaiem dedicó un tratado entero titulado Udat as-sabirín wa dhajirat ash-shakirín para explicar la interconexión entre estas dos virtudes[6]. Según él, la paciencia significa “evitar desesperarnos y entrar en pánico, evitar que nuestras lenguas se quejen y evitar que nuestras manos golpeen nuestro rostro, y no rasgarnos las vestiduras en tiempos de dolor y angustia”. En otras palabras, la paciencia es no dejar que el estrés y las emociones fuertes nos hagan reaccionar de manera dañina, ya sea desobedeciendo a Al-lah o perdiendo nuestro autocontrol.
Es esencial recordar que, para el creyente, un obstáculo en la vida es en realidad una señal de que Al-lah tiene buenos planes para él y, de hecho, Él lo ama. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al‑lah sean con él, dijo: “A quien Al-lah quiere darle el bien, Él lo aflige con pruebas” (Bujari); y también dijo: “Si Al-lah ama a una persona, Él la aflige con pruebas. Quien sea paciente, tendrá la recompensa a la paciencia; y quien sea aprensivo, tendrá la culpa de la aprensión” (Ahmad). Mientras hagamos todo a nuestro alcance para seguir siendo pacientes y perseverar, Al-lah estará borrando nuestros pecados y recompensándonos por cada momento de incomodidad que experimentemos, sin importar cuán trivial sea en apariencia.
El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “No hay dificultad que aflija a un musulmán, ni enfermedad ni ansiedad ni tristeza ni perjuicio ni angustia, ni siquiera el pinchazo de una espina, sin que Al-lah le expíe sus pecados por ello” (Bujari).
La dificultad en esta vida es un sustituto del castigo en la próxima. Cada uno de nosotros tiene pecados en sus registros y es, de lejos, mucho mejor para nosotros ser castigados por ellos levemente en esta vida y no severamente en la próxima. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al‑lah sean con él, dijo: “Si Al-lah quiere el bien para Su siervo, le apresura el castigo en este mundo” (Tirmidhi); y dijo: “El creyente, hombre o mujer, continúa experimentando pruebas en su vida, sus hijos y su riqueza hasta que se encuentra con Al-lah sin pecado alguno” (Tirmidhi). Por lo tanto, no hay justificación racional para pensar que una prueba de Al-lah fue decretada con la intención de destruirnos; en lugar de ello, es una señal de que Al-lah nos ama, Él nos está cuidando y quiere darnos la oportunidad de probarnos a nosotros mismos, corregir las cosas y acercarnos a Él.
Siendo este el caso, el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, solía alabar a Al-lah por todo lo que le ocurría, aún si lo que le pasaba les parecía que era algo “malo” a todos los demás. Aisha, la esposa del Profeta, que Al-lah esté complacido con ella, dijo: “Si el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, veía algo que Le gustaba, decía: ‘Todas las alabanzas son para Al-lah, por Cuyo favor se realizan las buenas obras’. Si él veía algo que no Le gustaba, decía: ‘Todas las alabanzas son para Al-lah en toda circunstancia’” (Ibn Mayah).
Siempre hay una buena razón para alabar a Al-lah y ser agradecidos con Él cada vez que enfrentamos una dificultad. El juez recto Shuraih, que abrazó el Islam en la época del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, pero no tuvo la oportunidad de conocerlo, solía decir: “De hecho, si estoy afligido por una calamidad, alabo a Al-lah cuatro veces. Lo alabo porque no fue peor de lo que fue. Lo alabo porque Él me brinda paciencia para soportarlo. Lo alabo porque Él me guía para recordar mi esperanza de recompensa. Y Lo alabo porque no convirtió eso en una calamidad en mi religión”[7].
Shuraih siempre estaba mirando el lado bueno o encontraba el lado positivo en una nube oscura, como dicen, cada vez que le ocurría algo malo. Las cosas siempre pueden ser peores de lo que son, así que siempre se alaba a Al-lah en el espíritu del optimismo. No importa qué angustia física o emocional experimentemos ahora, la única calamidad verdadera es permitir que esas dificultades nos alejen de nuestra religión.
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[1] Aisha Hamdan, Cognitive Restructuring: An Islamic Perspective, Journal of Muslim Mental Health 3. No. 1 (2008). Pp. 99-116.
[2] Ar-Raghib Al Iṣfahani, Al Mufradat fi gharib al Qurʼan (Damasco: Dar Al Qalam, 1992), 1:145.
[3] Al Iṣfahani, 1:623.
[4] Iz Ad-Din Ibn Abd As-Salam, Al Fitan wa’l balaya wa’l miḥan wa’l razaya (Beirut: Dar Al Fikr Al Muʻaṣir, 1992). Este tratado fue explicado en una conferencia en audio por el Shaij Hamza Yusuf: http://shaykhhamza.com/transcript/17-benefits-of-tribulation.
[5] Traducido al inglés por Henry T. Littlejohn como: Al Ghazali on Patience and Thankfulness (Cambridge: Islamic Texts Society, 2013).
[6] Traducido al inglés por Nasiruddin Al Jattab como: Patience and Gratitude (Londres: Ta-Ha, 1997).
[7] Shams Ad-Din Ad-Dhahabi, Siyar a’lam an-nubala’ (Cairo: Dar Al Ḥadith, 2006), 5:52.
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