El idioma árabe es el único vehículo de significado apropiado para el Libro final de Dios.
Al Yuryani, el renombrado gramático árabe y fundador de la teoría del Discurso Coránico, describe acertadamente el árabe como un idioma en el que “las palabras tienen un significado encerrado dentro de ellas hasta que el análisis lo libera”[1]. El árabe no se jacta del hecho de que es el único idioma que ha conservado un conjunto de reglas gramaticales rígidas y prohibitivas que atormentan las mentes de quienes lo aprenden, mientras que otros idiomas semíticos han descartado estas reglas engorrosas para placer y comodidad de sus hablantes. Dado que el lenguaje es básicamente para la expresión de significado, cualquier rasgo capaz de profundizar, enriquecer y ofrecer selecciones más amplias de significado debe ser visto como una ventaja[2]. El análisis de la forma gramatical (y el significado asociado con dicho análisis)[3] es una de esas herramientas para liberar significado; las ideas que da al significado justifican la dificultad que algunos alumnos afirman que tiene.
La redacción del Corán afirma tener propósito pleno, no hay nada en él que pueda prescindirse o remplazarse con una alternativa sinónima sin afectar negativamente el significado. Esto, además de la profusión de otros dispositivos estilísticos que trabajan en unísono completo y perfecto, pone la autoría del Corán más allá de la capacidad humana y enfatiza su origen divino. En esta tercera parte, se presentan más ejemplos de la interacción entre las estructuras nominales y verbales para apoyar las afirmaciones de determinación y precisión infalibles.
En el pasaje siguiente, el Corán lanza una de sus incursiones de amonestación contra aquellos que se niegan a someterse a Dios y creen que serán responsables de sus actos después de su muerte y resurrección. El Corán dice lo que se traduce como: {¡Vuestro Dios es un Dios único! Pero quienes no creen en la otra vida, sus corazones la niegan y ellos están ensoberbecidos. Indudablemente que Dios conoce tanto lo que enseñan como lo que manifiestan. Por cierto, que Él no aprecia a los altaneros. Y cuando se les dice: “¿Qué es lo que vuestro Señor ha revelado? Dicen: “Las fábulas de los primitivos”}[4] [Corán 16:22-24].
Aquí la traducción al español daña gravemente el mensaje del Corán y lo hace decir lo opuesto de lo que dice enfáticamente. {Y cuando se les dice: “¿Qué es lo que vuestro Señor ha revelado? Dicen: “Las fábulas de los primitivos”}, esta redacción indica con claridad que los incrédulos creen que Dios reveló algo, y ese no es el caso en lo absoluto. El Corán aquí está enviando el mensaje de que los corazones, mentes y lenguas de los destinatarios están repudiando el hecho de que existe una divinidad o siquiera que algo haya sido revelado. Pero, ¿cómo dice esto el Corán y por qué los traductores perdieron este mensaje crucial?
Observando la terminación de la palabra árabe asatiru, traducida como “primitivos” (antiguos/ancestros en otras traducciones), podemos ver que está en el caso nominativo, lo que significa que la parte omitida (faltante, pero comprendida) debe ser: “[Esas son] leyendas de los pueblos anteriores”. Su respuesta significa descaradamente: “Lo que estás diciendo son fábulas creadas por los humanos”. No quiere decir: “Lo que Dios reveló son fábulas de los hombres”. Si asatiru estuviera escrito asatira, la anterior traducción al español sería correcta, pero el Corán opta a propósito por asatiru. El significado agregado aquí es: “No creemos ni siquiera que haya una deidad ni que una divinidad haya revelado nada. No, creemos que esos cuentos y advertencias que tú nos estás contando no son más que leyendas de pueblos antiguos”[5].
La forma más concisa de poner este significado en español sería: “[Esas son] leyendas de los pueblos antiguos”. Sin embargo, agregar esas son para remplazar un único sonido significativo en árabe no solo daña la concisión de la expresión, sino que denota el texto de efecto dramático de la concisión de la respuesta. Uno puede visualizar el rechazo dicho por la gente incrédula y arrogante a la que ni siquiera le importa referirse al Corán y su contenido diciendo que eso es o esas son.
No muy lejos de esta aleya (y al igual que las piezas de un patrón de mosaico para acentuar la belleza de las demás) leemos un diálogo estructurado de forma similar, que es traducido como: {A los que cumplen bien con Dios, en cambio, se les pregunta: “¿Qué es lo que ha revelado vuestro Señor?”. “Lo mejor de todo”}, contestan} [Corán 16:30][6].
Aquí también el traductor falla en transmitir el mensaje altamente matizado que el Corán envía a través de elipsis, de la forma gramaticalmente analizada de las palabras, y a través de la proximidad de este diálogo con el anterior. La yuxtaposición de 16:30 brevemente después de 16:24, apunta a despertar nuestra capacidad de comparación y contraste. Mientras que el primero (16:24) es una estructura nominal elíptica, el segundo (16:30) es una estructura verbal. Esto significa que, en esta situación actual, la respuesta de los creyentes a la pregunta de qué reveló su Señor emplea convenientemente la técnica del verbo borrado. Eso significa que ellos están diciendo: “[Él envió el] bien”. Sabemos que es un verbo por el hecho de que la palabra jaira está en caso acusativo, lo que significa que funciona como objeto. Sabemos esto a través del marcador de caso acusativo a al final de la palabra.
Aquí el lector no tiene que suspender el orden natural y lógico de adivinar como lo hace en la primera situación. La aleya sería más acertadamente traducida: “¿Qué hizo descender su Señor?” Dijeron: “Bien”. El flujo natural y sin obstrucciones de palabras es que el Bien, que es la respuesta, es un objeto de descender en la pregunta. Los creyentes están diciendo que creen que Dios reveló el Bien, todo esto diciendo una única palabra que sigue la señal dada en la pregunta formulada.
En contraste, la primera situación (16:24) requería que los destinatarios incrédulos suspendieran la sintaxis de la pregunta y presentaran una finalización que era ajena a la estructura dada, y lo hicieron al desviarse de lo verbal a lo nominal. Su respuesta salió de mentes que estaban en conflicto con la lógica. Decían que no hay Dios y que no eran responsables de sus actos. Esta torpe desviación de razonamiento se refleja en su lenguaje, y es nuestro análisis el que revela este estado de sus mentes.
La segunda respuesta a la misma pregunta, la respuesta de los creyentes (16:30), nos revela que están a gusto tanto en pensamiento como en lenguaje. Para ver esto claramente uno necesita imaginar a alguien prolongando naturalmente la a final en el eufórico jaira, como si estuviera dando un suspiro de alivio, y comparar esto con la u final que se suma a la cacofonía en asatiru al awalín.
Pero, ¿no es la respuesta de los creyentes más tersa que la de los incrédulos? La respuesta puede ser simplemente que una sola palabra encapsula la bondad que impregna el mini diálogo: hay una benevolencia generalizada en los corazones, las mentes y las lenguas de los hablantes creyentes, en la revelación recibida, y en su Señor gentil.
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[1] A. Al Jorjani, Dalal Al Ijaz, comentario de M. Shakir, 28.
[2] Fadhil Al Samerai, Arabic Sentence And Its Meaning, 48.
[3] Ibn Faris, Al Shahibi in Arabic Philology, 43.
[4] Ahmed Abboud y Rafael Castellanos, El Sagrado Corán, 1953.
[5] Fadhil As Samerai, Arabic Sentence, Its Structure and Divisions, 58.
[6] Bahiye Mulla Huech, El Corán, 2004.
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