Encontrar y seguir a Jesús (la paz sea con él): La declaración musulmana sobre el Mesías (parte 2 de 6)

II. ¿Un gran líder profético o el Señor de los mundos?

Algunos hombres han sido nombrados por la misma cualidad que les permitió liderar y guiar a otros: su segundo nombre es un título que se parece a un nombre propio. Los ejemplos incluyen a Gautama Buddha (el Iluminado), Jesús Cristo (el Mesías) y Muhammad Rasul Al-lah (el Mensajero de Dios).

Jesús de Nazaret era un judío de Galilea, en la Palestina histórica. Vivió aproximadamente desde el 7 o 4 A.E.C. hasta la década comprendida entre los 30 y 40 E.C., según el calendario gregoriano, sin que se haya podido establecer son certeza la fecha de su nacimiento ni la de su partida de este mundo. El judaísmo rechaza su afirmación de ser un Profeta, allí es visto como un apóstata de la fe. ¿Cómo un mesías rechazado y sufriente se convirtió en el Dios de Israel y de los gentiles? Esa es la historia de la iglesia primitiva y de su viaje de Nazaret a Nicea.

La cristología es el estudio académico de Jesús de Nazaret, su estatus y su papel en la relación con el Dios Uno y Único de Israel. Los cristianos debaten el problema de la verdadera naturaleza de Jesús como un asunto filosófico (metafísico), similar a los enigmas perennes sobre la naturaleza de la mente, la materia, el espíritu, el tiempo, el espacio y el libre albedrío. La cristología es una rama de la filosofía analítica del cristianismo. El Nuevo Testamento está escrito en griego, el idioma de la filosofía griega. Las respuestas a los rompecabezas cristológicos, empero, tienen graves consecuencias filosóficas, a diferencia de las dadas a los demás problemas filosóficos. Es una preocupación urgente, más que una meramente académica.

El Corán afirma recuperar la verdad acerca de Jesús (la paz sea con él) ajustando y corrigiendo, y a veces rechazando, las opiniones de sus seguidores sobre sus orígenes, su identidad personal y su autoimagen, su naturaleza espiritual y la misión terrenal o temporal que abarcaban sus palabras y obras, es decir, sus enseñanzas y milagros. El veredicto del Corán es este: El Profeta Jesús (la paz sea con él) predicó la Torá (el monoteísmo jurídico) a su pueblo, los Hijos de Israel, y ellos lo rechazaron. La escritura islámica efectivamente desmitificó a Jesús (la paz sea con él) unos 1.300 años antes de que lo hicieran teólogos alemanes modernos, como Rudolf Bultmann (fallecido en 1976) y otros, que buscaron y encontraron al Jesús histórico tal y como aparece en una erudición bíblica objetiva.

En contraste con las narraciones de la natividad que se encuentran en el Nuevo Testamento griego, las primeras palabras pronunciadas por el Jesús coránico, presumiblemente en arameo, fueron: “Soy un siervo de Dios, Él me revelará el Libro y hará de mí un Profeta” (Corán 19:30). Es como si el recién nacido apenas pudiera esperar para decir la verdad sobre sí mismo y refutar la mitología cristiana que, finalmente, se construiría en torno de su naturaleza y misión. Para los cristianos, esta cristología modesta (baja) no le hace justicia a Jesús el Cristo, que inspira a su fiel devoción y adoración. En la misma sura (María) anuncia que “no es propio de Dios tener un hijo” (Corán 19:35). Dios no permite hijo (o hijos) o hijas que se conviertan en herederos que reclamen una parte de Su Soberanía.

El Corán enseña que los dogmas cristianos fundamentales sobre la identidad y la naturaleza de Jesús comprometen la Trascendencia y la Unidad de Dios (Corán 5:17). La escritura islámica no deifica a ningún Profeta, ni siquiera a Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él). El Corán jamás exalta a nadie, humano o ángel, al estatus del Único Dios Verdadero, Quien es Uno y Único, Indivisible, sin rival. Su visión de Jesús (la paz sea con él) es modesta en comparación con la valoración del Nuevo Testamento, que el Corán rechaza.

Los filósofos de la mente debaten la identidad en todos los niveles: principalmente la identidad personal del yo privado, el centro de la personalidad estable y autoconsciente y, por lo tanto, la responsabilidad moral de los adultos. Una vez que conocemos la identidad básica de una persona, podemos debatir la identidad social o política con respecto al color, credo, comunidad, país, clase y cultura, enumerados en el orden de las dimensiones más innatas e intrínsecas. ¿Quién era, entonces, Jesús, el personaje histórico? ¿Podemos estudiar su vida y obra como se hace con un general como Julio César? Para seguir a alguien como líder, debemos conocer su identidad y algo de su carácter y de su mensaje, incluso su afiliación de clase, para evaluar si son dignos de nuestra lealtad.

III. Jesucristo (la paz sea con él) en el Islam

Jesús fue “un Mensajero de Dios y Su palabra [¡Sé!] que depositó en María; un espíritu creado por Él” (Corán 4:171), pero se mantuvo solo como el hijo de María (Corán 5:110), no de Dios. El Corán entiende literalmente la noción de un hijo y, por lo tanto, rechaza una consorte para Dios (Corán 6:101; 72:3), Quien no tiene hijos, solo siervos honorables (Corán 21:26). No hay salvadores, solo profetas que advierten. Tampoco hay intercesores, solo Él tiene el poder de perdonar los pecados y responder a las oraciones de Sus criaturas que buscan ayuda y guía.

En el Corán, ‘Isa Ibn Mariam (la paz sea con él) es el único Profeta cuya maternidad es parte de su identificación rutinaria. El Profeta árabe es llamado por su nombre más completo, Muhammad Ibn Abdullah, solo en el hadiz y en otra literatura árabe, para resaltar su linaje. Jesús (la paz sea con él) es una forma castellanizada del griego Yesous, que es la transcripción del hebreo Yeshu‘a, transcrito como “Joshua” en inglés. El hebreo original contiene la idea de ser un salvador. ‘Isa no tiene significado en árabe ni en hebreo, y su uso puede asustar a los cristianos no árabes, ya que esperan que Yeshu‘a o Yesu‘a sea la transcripción árabe relevante.

Dios hizo a Jesús y a su madre (en conjunto) una señal (Corán 23:50) de (o proveniente de) Dios. ‘Isa Ibn Mariam es una señal (ayah) para la humanidad, una misericordia (rahmah) de Dios, su nacimiento milagroso “un asunto preordenado” (Corán 19:21). Los musulmanes proclaman que Jesús es una señal proveniente de Dios (ayatu Al-lah) para toda la humanidad (Corán 19:21) pero no un (ni el) hijo de Dios. El Corán también llama a Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) una rahmah para todos los mundos (21:107) y elogia la Palabra de Dios como una misericordia y sanidad para los creyentes (17:82; 41:44).

El griego Christos (ungido) es una traducción del hebreo meshiaj, que significa alguien seleccionado para un papel sagrado o un honor especial. Puede referirse a cualquier personaje elegido o regio. Al Masih es probablemente una transcripción al árabe del hebreo. Pero ¿qué significa o pretende significar Al Masih en el Corán? El verbo árabe ma/sa/ha, como su casi idéntico pariente hebreo, significa frotar ligeramente con agua o aceite; los lavados formales antes de las oraciones rituales musulmanas requieren este ligero toque o unción con agua (Corán 5:6).

La descripción coránica de Jesús (la paz sea con él) se hace definitiva: su título mesiánico se adjunta a su maternidad objetiva (biológica): Al Masih ‘Isa Ibn Mariam (3:45). En el Judaísmo, “el Cristo” funciona como una descripción indefinida, ya que la identidad del verdadero reclamante debe distinguirse de los falsos pretendientes. El referente de la frase permanece en disputa: los judíos aún esperan al Mesías. En la Palestina del siglo I, el linaje y la identidad del Mesías eran temas de feroz disputa sectaria. La comunidad de Cumrán esperaba dos mesías, uno real (de ascendencia davídica) y otro sacerdotal.

En la profecía, una descripción indefinida se hace parcialmente definida, un nombre propio puede o no completar el título. Por lo tanto, “un Mensajero que vendrá después de mí llamado Ahmad” (Corán 61:6) puede funcionar como un atributo adjetivo o simplemente como un nombre propio (nominal o sin contenido), mientras que “un hijo al que pondrás por nombre Juan” (Corán 19:7) simplemente presenta un nombre propio.

El Corán niega la crucifixión (4:157), un hecho que define aún más al Mesías. Dios no permitiría que tal persona muriera vergonzosamente. En la piedad musulmana, Jesús (la paz sea con él), fue considerado demasiado importante para que Dios permitiera su martirio por los pecadores, aunque otros profetas habían sido asesinados por sus comunidades antes (Corán 2:61; 4:155). El Corán implica una crucifixión sustituta (o parecida, o ilusión): quizás un discípulo amoroso tomó el lugar de Jesús, así como Ali, destinado a ser el cuarto Califa, estuvo dispuesto a morir para salvar la vida del Profeta durante un atentado contra su vida en La Meca.

Jesús (la paz sea con él) fue “ascendido”, un término cristiano para describir el ascenso al cielo sin la condición previa normal de la muerte corporal. Al-lah elevó a Jesús hacia Sí mismo. La negación de la crucifixión de Jesús en el Corán obvia la necesidad de su resurrección, pero la escritura islámica atestigua la ascensión de Jesús, entendida como su entrada milagrosa al cielo a través de la intervención directa de Dios (Corán 3:55; 4:157-8; 5:116-117). Solo Lucas menciona la ascensión del Cristo resucitado (24:50-51) después de su resurrección, y agrega en Hechos (1:1-3) que este evento tuvo lugar cuarenta días después de su resurrección. (Marcos 16:19 también la menciona, pero este pasaje está ausente en los manuscritos más confiables y otros testigos antiguos.)

Continúa en la parte 3 de 6