Lo que los conversos queremos que quienes han crecido como musulmanes sepan: Queremos ser buenos musulmanes, pero…

Nuestra Ummah está presenciando un enorme surgimiento de nuevos conversos al Islam. Esta magnitud en el número de conversiones quizás no se había visto desde que el Islam se extendió desde China hasta España. Según la edición del 2003 del libro Guinness de los récords mundiales, el Islam es la religión de más rápido crecimiento en el mundo por número de conversiones cada año. Y al igual que la mayoría de las cosas que crecen rápido, estamos experimentando dolores de crecimiento.

Yo misma alguna vez fui nueva para el Islam. En el 2001, tomé mi Shahada y mi vida cambió drásticamente para mejor, aunque algunas partes han sido un gran reto. Aprendí a amar realmente a Al-lah. Y he encontrado compañeros musulmanes que confunden su identidad étnica y su origen cultural con su identidad como musulmanes. Aprendí a tener paz en mi corazón y paz mental durante la oración. Y, sin embargo, fui introducida a una interpretación del Islam donde el aspecto externo de la devoción de la gente era todo lo que importaba. Aprender a vivir el Islam me ha salvado inmensamente de vivir con el corazón herido, aunque en varias ocasiones he sido testigo de disturbios sobre aspectos del Islam que no había tenido la oportunidad de aprender y comprender, y mucho menos descuidar con anterioridad.

A lo largo de los últimos tres años, he empleado gran parte de mi tiempo dando consejos a nuevos musulmanes que han estado incorporando el Islam a sus vidas, y enfrentando algunas de las problemáticas por las que yo misma atravesé. Y lo que he aprendido es que, como Ummah, no sabemos a ciencia cierta cómo recibir a los nuevos musulmanes en el Islam. Y esto es lo que los conversos deseamos que quienes fueron criados en familias y sociedades musulmanas sepan sobre nuestro proceso.

Amamos a Al-lah, pero no queremos cambiar nuestra identidad

{Los pondremos a prueba con algo de temor, hambre, pérdida de bienes materiales, vidas y frutos, pero albricia a los pacientes} [Corán 2: 155].

Hacerse musulmán es un emprendimiento arriesgado. Con todo lo desconocido que se vislumbra enfrente, convertirse al Islam es similar a volver a la infancia y volver a empezar de nuevo, sin saber cómo vas a crecer ni en quién te vas a convertir, ni qué tan duro será convertirse en esa nueva persona. Los conversos pasan por dificultades para encontrar su camino como musulmanes. Y lo último que queremos es perder nuestra identidad de la vida que nos llevó al Islam.

Pero, con demasiada frecuencia, a los conversos se les hace sentir que todo lo referente a ellos es haram, y deben entonces ser reprogramados, y por lo general se los acusa de que todo lo que son es una imitación de los kufar. Imaginemos lo poco que el Islam se hubiera podido expandir si la misma línea de pensamiento se hubiera aplicado a los asiáticos del sur este, a los africanos, a los persas, etc., quienes, a su vez, en algún punto de la historia también venían de culturas no musulmanas. Islam es para todas las personas, de todas las culturas y para todos los tiempos, y sería una diferencia enorme para un nuevo musulmán saber y tener esto claro, así como que su propio ser, las personas que son, no son haram.

El Islam nos enseña a perfeccionar nuestro carácter y a vivir de manera que complazcamos a Al-lah. Esto no significa que todo lo que hemos sido deba ser borrado. Al-lah ha guiado al nuevo musulmán no para extinguir su identidad, sino para refinarla. {¡Oh, seres humanos! Los he creado a partir de un hombre y de una mujer, y los congregué en pueblos y tribus para que se reconozcan los unos a los otros. El mejor de ustedes ante Dios es el de más piedad. Dios todo lo sabe y está bien informado de lo que hacen} [Corán 49:13].

Una de las cosas más maravillosas del Islam es que tiene cabida para la más amplia diversidad de personas. Y, sin embargo, muchos nuevos musulmanes sienten presión por incorporar una cultura diferente a su identidad. Cuando se le preguntó qué hubiera deseado aprender cuando entró por primera vez al Islam, Elizabeth Mais, una musulmana conversa desde 2005 y que actualmente vive en Medio Oriente, respondió que hubiera deseado saber que “ser musulmán no es sinónimo de ser árabe”. Mais continuó su explicación: “Sentí presión por abandonar mi identidad y mi cultura, puesto que me casé con un árabe. Inicialmente, se esperaba de mí que adoptara su cultura. Después de casi diez años, creó que ya entendió que no me voy a convertir en árabe. ¡Pero todavía le desconcierta que yo no piense que todo en su cultura es maravilloso y correcto!”.

Muchos nuevos musulmanes, especialmente mujeres que contraen matrimonio poco tiempo después de su conversión, tienen experiencias similares. Pero incluso sin contraer matrimonio con alguien de otra cultura, la presión de cambiar quien se es se siente fuertemente entre los conversos, quienes intentan integrarse a su comunidad musulmana.

Una forma en que los conversos se enfrentan a que les sea borrada su identidad es a través de la insistencia en tener que cambiar su nombre. Más a menudo de lo que se pudiera pensar, la primera pregunta que se le hace a un nuevo musulmán tras su conversión es qué nombre “musulmán” han escogido, es decir, qué nombre árabe han escogido. Y suele presentarse como algo obligatorio, cuando en realidad el cambio de nombre es algo que no fue la norma ni siquiera para los compañeros del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él).

Sentí una presión significativa por parte de otros musulmanes de cambiar mi nombre cuando entré al Islam. Por un corto lapso, intenté cambiar mi nombre por Mariam. Simplemente no pegó. Comprendí que tenía la responsabilidad de evitar parecer más extranjera hacia los no musulmanes de mi entorno, así como evitar alienarme a mí misma de mi familia. Llegué a la conclusión de que no necesitaba un nombre árabe para entrar al Islam. Soy musulmana y como tal, cuando me hice musulmana, mi nombre se convirtió en un nombre musulmán.

Jessica Smith, quien se convirtió al Islam en 2012, hace eco de este sentimiento. Dice: “Mi nombre no tiene un mal significado. Es el que mis padres me dieron. Me recuerda de dónde vengo y el amor que mis padres sienten por mí desde incluso antes de nacer”.

Otra de las formas en que se espera que los musulmanes adopten otra identidad es a través de la vestimenta. Cada cultura ha interpretado la modestia de una forma particular, desde el caftán hasta la kabaya o el shalwar kamiz o la abaya y el zub. Pero mientras que a unos conversos les agrada llevar este tipo de atuendos culturales, otros desearían poder reinterpretar la modestia desde sus propios lentes culturales.

Dependiendo de la cultura predominante del entorno de su comunidad local, al nuevo musulmán se le enseñará que sólo hay un tipo de modestia que es el tipo adecuado de modestia, y esta es un reflejo que coincide con la cultura inmigrante predominante. Esta imposición de la expresión cultural para con el nuevo musulmán es una negación de la autenticidad de cada quien, una represión forzosa del individuo. Esto puede ser muy perjudicial tanto para la expansión del Islam como para el individuo converso.

Mais desea que los que hayan sido criados musulmanes comprendan que “nosotros los conversos no somos individuos de un carácter unidimensional que hemos caído dentro de una religión. Tenemos un pasado, idea, sueños, familias y amigos. Y tenemos también mucha convicción en lo que creemos, por eso hemos hecho una búsqueda tan intensa. Por lo tanto, musulmanes criados en familias musulmanas, no tienen por qué arrancarse los pelos si no estamos de acuerdo con ustedes inmediatamente. Estamos acostumbrados a investigar y reconciliar nuestros pensamientos y creencias, no nos presionen para adoptar su cultura, nosotros también somos seres válidos”.

Amamos adorar a Al-lah, pero nos sentimos raros en la mezquita

Además de intentar reconciliar nuestra identidad con un nuevo Din, los conversos suelen enfrentarse al rechazo de sus familias, amigos, y de la sociedad en general. Algunos conversos incluso pierden sus trabajos y su posición dentro de sus comunidades, y terminan sintiéndose como que no encajan en ninguna parte. En casos más extremos, los musulmanes dependientes de sus familias son incluso botados y sacados de sus hogares cuando se convierten al Islam.

Rechazados y sin ser ya bienvenidos a sus antiguas guaridas a causa de su nueva fe, los nuevos musulmanes se tornan hacia las masyids en busca de un sentimiento de pertenencia, de una comunidad y de fraternidad. Pero muchos se encuentran con juzgamientos, aislamiento y superficialidad en sus nuevos lugares de adoración.

Nur Aslam, una conversa desde septiembre de este año, dice sobre sus experiencias en la mezquita que “la gente anda como en su propia burbuja y se mantienen junto con las hermanas que conocen de antaño; entonces, cuando empecé a asistir a la mezquita, me sentí rara en cierto modo”.

Entender que el nuevo converso al Islam experimenta aislamiento es importante. El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) dio especial atención a los nuevos musulmanes, enseñándoles en Meca y enviando un maestro especial a aquellos nuevos musulmanes de Medina antes de emigrar él mismo.

Pero los nuevos musulmanes que se sienten aislados por su propia sociedad también se sienten aislados en la mezquita y sienten que muy poca gente suple el rol de abogar por los nuevos musulmanes. Los conversos suelen sentirse como seres extraños cuando gente en la mezquita hace congregaciones en donde no se sienten bienvenidos. El nuevo musulmán termina sintiendo una intensa soledad mientras encuentran el camino hacia su Din en absoluto aislamiento. Y esta soledad se hace más intensa a medida que empiezan y terminan su ayuno solos cada día de Ramadán, y cuando han dejado atrás sus antiguas festividades solamente para no tener con quién celebrar los dos Eids.

Aquellos nuevos musulmanes que se las arreglan para salir del aislamiento, sienten en su lugar que en las mezquitas son víctimas de juzgamientos, prejuicios y habladurías. Smith, hablando sobre su experiencia en la mezquita dice: “Me siento como puesta siempre a un lado. Estar en la mezquita es muy incómodo para mí. Es como ser un niño raro, almorzando solo cuando todos los demás están rodeados de montones de amigos susurrando sobre lo raro que eres”. Y no está sola en su sensación de ser juzgada en la mezquita.

El converso que intenta realizar la increíblemente extraña tarea de volverse parte de la nueva comunidad, comprende que su prójimo musulmán lo mira sospechosamente. Los musulmanes “de cuna” suelen levantar sospechas de que los nuevos congregados, especialmente quienes son blancos, pueden ser espías o son simplemente apóstatas en potencia.

Guárdense de las sospechas, puesto que la sospecha es el más falso de los discursos. No busquen encontrar las faltas ajenas, y no se espíen unos a otros, no entren en contienda unos con otros, no se envidien unos a otros, no se odien unos a otros, no se alejen unos de otros. Más bien, sean siervos de Al-lah como hermanos (Bujari y Muslim).

Jhon White, quien se convirtió al Islam en 2001, dice: “Es tan desconcertante cuando musulmanes que crecieron en familias musulmanas te tratan como si tuvieras un pie adentro del Islam y el otro pie afuera, especialmente cuando realmente has sacrificado todo para adorar a Al-lah y simplemente quieres estar con otros que también aman a Al-lah”.

Añadiendo insultos a las injurias, Samana Sidiqui, en su artículo titulado Prejuicio en la comunidad musulmana, cita a una hermana quien declaró: “Nunca he considerado a un no árabe igual a mí. Sé que está mal, pero en el lugar en donde crecí, es así como nos criaron”. Esta actitud es fuertemente sentida por los nuevos musulmanes.

El sentimiento de soledad y aislamiento en la comunidad musulmana es especialmente negativo para los musulmanes conversos americanos de origen africano en comunidades donde hay una clara división cultural. Según Al Jazira América, “Los musulmanes de color […] son por lo general dejados de lado e ignorados por sus correligionarios. Los musulmanes afroamericanos en particular, son segregados fuera de las mezquitas dominadas por musulmanes americanos de origen sur asiático y árabe. Hacer referencia a los musulmanes de color como abed o esclavos, es algo común entre ciertas comunidades musulmanas, y muchas familias sur asiáticas o árabes americanas desaprueban −si no es que prohíben rotundamente− que sus hijos se casen con ellos”.

Esto debería horrorizar a un creyente del Profeta, quien afirmó en su último sermón: “Toda la humanidad viene de Adán y Eva. Un árabe no tiene superioridad sobre un no árabe, ni un no árabe tiene superioridad sobre un árabe; un hombre blanco no tiene superioridad sobre un hombre negro, ni un hombre negro tiene superioridad sobre un hombre blanco; [nadie tiene superioridad sobre otra persona] excepto por su piedad y buenas acciones” (Bujari).

Pero más que sentirse aislados o juzgados, muchos nuevos musulmanes dicen sentirse aceptados solo cuando son tratados como casos de testimonio. Los musulmanes conversos sienten en ocasiones que hay una aceptación tácita hacia ellos únicamente cuando un musulmán “de cuna” muestra su interés para que el converso sea un vocero en nombre del Islam, o como medio para promocionar públicamente y volver a contar la a menudo muy solicitada historia de su conversión.

Jason Miller, un converso desde 1999 dice que: “Siempre sentí que la gente en la mezquita me veía como un tipo de sano entretenimiento o como alguien que podía promover y expresar todos sus ideales sobre el mundo en general. La gente me preguntaba si ya había ‘convertido’ a mi familia, y si había guiado a las personas que aprecio. Incluso el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) no pudo cometer semejante milagro, entonces, ¿por qué se asume que si mi familia no ha aceptado el Islam entonces eso significa que yo he fallado en compartir el mensaje hacia ellos?”. {Tú no puedes guiar a quien amas, sino que Dios guía a quien Él quiere. Él sabe quiénes seguirán la guía} [Corán 28:56].

La mezquita debería ser un lugar donde los musulmanes conversos, así como quienes han crecido siendo musulmanes, se puedan reunir para conocerse y beneficiarse unos de otros. Pero desafortunadamente esto rara vez ocurre.

Amamos el Islam, pero tenemos que gatear antes de poder correr

“Hagan fáciles las cosas, no hagan más difíciles las cosas. Difundan las buenas nuevas. No odien” (Bujari).

Los nuevos musulmanes, por lo general, experimentan un exceso de información a riesgo de colapsar, y una inmensa curva de aprendizaje cuando ahondan en el profundo lago de conocimiento que es el Islam. Y esta recarga excesiva suele darse cuando quienes han crecido siendo musulmanes, con la mejor intención en sus corazones, intentan sintonizar a los nuevos musulmanes con la realidad del Islam en 0.4 segundos. Como reacción a esta avalancha de información, los nuevos musulmanes caen en un bloqueo.

El Islam fue revelado a lo largo de un periodo de 23 años a una parte de la mejor gente de la creación, los compañeros del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él). Toma tiempo incorporar el Islam a nuestras vidas. Un nuevo musulmán necesita paciencia, atención y cuidado por parte de sus hermanos y hermanas en el Islam para poder lograr esto.

Tarek Ezzat, editor administrador de OnIslam.net, escribió un artículo titulado Cómo el Profeta trataba a los nuevos musulmanes: “Puede que la gente acepte la idea de someterse al único Dios, pero pueden tener problemas con algunos de los mandamientos (como el uso del hiyab, ayunar los largos días de Ramadán, etc…)”.

La tribu de Thaqif aceptó abrazar el Islam, pero dijeron al Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él): “No vamos a dar ninguna caridad (Zakat) y no vamos a luchar por la causa d Al-lah (yihad)”. El Profeta aceptó esto de ellos, y dijo a sus compañeros: “De buena voluntad pagarán la caridad y harán la yihad una vez que hayan abrazado el Islam” (Abu Dawud y autenticado por Al-Albani).

De nuevo, podemos notar su sabiduría al reconocer las debilidades de la gente y tratarlos en base a ello. Es aquí realmente importante notar que el Profeta no acomodó las enseñanzas religiosas para estos individuos como no lo hizo para nadie. Más bien, tuvo la consideración de dar un estado introductorio que facilitase a ciertas personas en particular su nuevo camino en el Islam. A veces, en ciertas ocasiones y con cierta gente, elevar la vara y retar a la gente puede producir lo mejor de ellos. En otras ocasiones, tenemos que entender las debilidades humanas y darle a la gente un plan gradual con el que puedan ir avanzando, por supuesto, sin comprometer los principios esenciales de nuestro Din.

Del mismo modo en que los conversos en tiempos del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) necesitaron al Profeta para acogerlos, los conversos de hoy en día necesitan a sus hermanos y hermanas de fe para ayudarlos a cambiar sus corazones, incluso antes de esperar que cambien sus acciones externas.

Pero muchos nuevos musulmanes tienen que enfrentar casi inmediatamente las críticas sobre cada aspecto de sus vidas que pueda equipararse dentro de un contexto harám. Trayendo a colación aspectos relativamente pequeños, como el uso de esmalte en las uñas o comer con la mano izquierda, puede ser contraproducente cuando un nuevo musulmán aún no está familiarizado con todos los aspectos del Tawhid.

Hablando sobre lo que hubiera deseado aprender en primer lugar cuando entró al Islam, Regina Carlyle, quien se convirtió al Islam en 1997, hace un recuento de cuando fue introducida por primera vez al conocimiento islámico. Dice: “Las hermanas intentaron ayudar e hicieron lo que creyeron era lo mejor. Pero todo lo que terminaron haciendo fue dictarme una lista de todo lo haram para mí. Me hubiera gustado aprender cómo reforzar mi amor por Al-lah antes de estar sometida a tanto de lo que en ese tiempo me parecía demasiado rígido. Hubiera sido más sencillo incorporar reglas y regulaciones a mi vida si hubiese sabido que debía hacerlo por amor y buscando la complacencia de Al-lah, y no solo porque eso es lo que los musulmanes deben hacer”.

Esta reflexión de Carlyle se ve reflejada en la declaración de Aísha sobre el orden de la revelación del Corán y la sabiduría detrás de esto. Dijo: “Si la primera aya revelada en el Corán le hubiera dicho a la gente que no podían beber alcohol, hubieran rechazado esta orden. Si el primer verso les hubiera dicho que no cometieran la fornicación, hubieran rechazado esa orden también. Pero los primeros versos revelados fueron sobre el Paraíso y el Infierno, hasta que los corazones estuvieron ligados a Al-lah. Entonces las órdenes sobre el haram y el halal fueron dadas”.

El método de revelación de Al-lah, así como el método de enseñanza del Islam del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) hacia la gente, son la forma perfecta de introducir el Islam a los nuevos musulmanes. Los nuevos musulmanes de hoy en día necesitan guía de esta misma forma. Los conversos necesitan la ayuda de sus hermanos y hermanas en la fe a medida que aprenden e incorporan gradualmente el Islam. No necesitan una policía del haram.

Aslam dice: “Su apoyo (de quienes crecieron musulmanes) es crucial. Por apoyo no solo me refiero a enseñarles a los nuevos musulmanes lo que necesitan saber, sino que hablo de ser suaves y gentiles con su condición y que comprendamos que su progreso puede que sea rápido, pero puede también que sea muy lento. También me gustaría decirles que nunca los juzguen ni pregunten sobre su pasado. Y que cuando se dirijan a no musulmanes, nunca se den por vencidos, puesto que Al-lah puede cambiar el corazón de cualquiera”.

Mientras que el número de conversos continúa su incremento, nuestra Ummah tiene la oportunidad de fomentar el amor por Al-lah y por el Islam en estos nuevos musulmanes. Los nuevos conversos pasan por muchas dificultades por simplemente decir que creen, y muchos conversos pierden todo por la causa de Al-lah. Es nuestra responsabilidad −la de aquellos que hemos estado en el Islam por un tiempo considerable− el ayudar a los nuevos musulmanes mientras que dan sus primeros y temblorosos pasos hacia el Islam. Con brazos abiertos, compasión, entendimiento y dulzura.

Podemos mirar programas como New Muslim Care en el Reino Unido (newmuslimcare.org) y grupos como ifoundislam.net sobre ejemplos de cómo acoger a los nuevos musulmanes y ayudarlos a florecer en su nuevo Din. Mucho trabajo se debe aún realizar en las mezquitas en cuanto a nuestra forma de abordar la diversidad de identidades, culturas y enseñanzas que impartimos a los nuevos musulmanes en su nueva fe, pero esto no es imposible. Cada musulmán criado como tal está en deuda con alguien del pasado que acogió al primero de su familia que se convirtió al Islam, compartiéndole el amor por Al-lah y por el Islam. Y cada uno de nosotros tiene la oportunidad de ser ese alguien para la familia de ese otro nuevo alguien, converso al Islam.

—————————————————————————————————-

*Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de los entrevistados.